Al señor Posteguillo le leo casi en tiempo real. Es enterarme de que ha sacado un nuevo libro, y su novela salta por encima de toda la cola de lecturas que tengo hasta el primer lugar. A este he tardado un montón en acercarme porque se interpuso por medio el casi eterno Viaje al Oeste, y luego opte por desengrasar un poco del español antes de entrar en otro volumen considerable.
Se trata de la tercera entrega de la serie de Julio César, de la que no me atrevo a anticipar cuantos volúmenes será capaz de abstraer don Santiago. Los comentarios de las dos primeras los dejó aquí: Roma soy yo y Maldita Roma.
Y es que aquí dan comienzo las guerras de las Galias, pero no fin, lo que supongo dejará ya para la cuarta entrega. Julio César y su fiel Labieno, al que ya avanzado el libro se incorporará Marco Antonio, se enfrentarán no tanto a galos, como a germanos, a belgas y britanos. Dado que Posteguillo enumera una y otra vez las tribus concretas a que se enfrentarán, yo me abstendré de hacerlo. Sí que diré que son, en general, batallas con poco interés estratégico, aunque no por ello carecen de sus planos como nos acostumbramos en las más ricas de Escipión y Anibal.
Siendo ese el caso, para mantener la intriga Posteguillo abusa del recurso del suspense. Siempre nos deja a Julio César pensativo tras haber visto algo decisivo para la batalla que se nos revelará más adelante. Y tampoco tiene empacho el autor en interrumpir las batallas de forma inopinada para contarnos acontecimientos en otro de los Tres Mundos del título, aunque es evidente que no están ocurriendo simultáneamente, es simplemente un recurso estilístico.
Otros abusos son los de frases cortas, capítulos, y cortos y constantes cambios de escenario en la batalla aunque sea para decir una frase. Un ejemplo:
"Estaban solos.
César apretó los labios y pidió agua.
Se la dieron.
Bebió."
Es un abuso que, sobre todo al inicio del libro, se hace intolerable. Por suerte, conforme avanza la novela uno se va quedando atrapado en la historia y la trama, y además Posteguillo ya no abusa tanto del corte "cinemático", con lo que la lectura se hace más agradable.
Hablando del título, los tres Mundos a que se refiere son las Galias, Roma y Egipto, con un cierto paralelismo a los tres triunviros protagonistas, Craso, Pompeyo y Julio César. La intriga política queda en manos de Cicerón y Catón, con sus contrapartes Cleopatra y Potino en Egipto, mientras que en las Galias solo hay acontecimientos bélicos, más los apuntes de intriga de las distintas tribus en rebeldía. Resta la vertiente familiar, completamente centrada en Pompeyo y su esposa e hija de Julio César, Julia.
Desde el punto de vista histórico, me ha resultado muy interesante ese primer intento de invasión de Gran Bretaña por Julio César, que desconocía. También de interés son los apuntes biográficos sobre Marco Antonio y cómo se convierte en líder de hombres: "Hasta que con las primeras pagas y los primeros repartos del botín de guerra, la semilla de la ambición germinó en su ser. Mantuvo la osadía en el combate, pero ahora no era ya porque se despreciase como ser humano. Era por dinero. Había descubierto que en la guerra se podía ganar más que a los dados." Aunque Posteguillo no deja grandes momentos literarios, me gustó esta despedida de Cleopatra: "Y dio media vuelta y se fue, dejando tras de sí el aroma del mil inciensos, la esencia del Nilo infinito, del Egipto milenario, de mil anhelos, de una pasión ingobernable, de un imposible, de un mundo desconocido, de un sueño."
Y ya comienzan las referencias a la futura muerte de César, sobre los que Posteguillo opta por no manter suspense: "Faltaban nueve años y seis meses exactos para las idus de marzo, pero Pompeyo no era augur, no veía el futuro ni creía en ello y, en consecuencia, no era consciente de que había ordenado construir, sin él saberlo, el escenario principal de aquella futura nefanda jornada aún inconcebible, impensable, inimaginada. Ni tan siquiera podía intuir que se encontraba no en un odeón de debate político, sino dentro de una gran sala de ejecución sumaria, de un ágora para verdugos, una tumba."
Más veladas son otro tipo de referencias, en las Posteguillo continúa el sorprendente activismo político que ya se vio en la entrega anterior. Si digo que tienen lugar en una subida del Nilo que produjo una catástrofe en Alejandría, supongo que ya todo lector sabrá a qué acontecimiento se refiere:
"Pero Potino, consejero real, máximo responsable del ejército, con el faraón enfermo y en cama, negó lentamente con la cabeza, del modo en que se niega con la crueldad gélida del cálculo político que va más allá de la vida y de la muerte de las personas y que sólo se mueve por la ambición, por el ansia de poder y por un narcisismo vengativo que encuentra placer en cualquier victoria política sin importarle lo más mínimo ni lo moral ni la ética ni nada que tenga que ver con ayudar a los demás. Porque para él, los demás, simplemente, no existen."Ya nos había avisado el mismísimo Julio César cuando se plantearon dudas sobre si debía arriesgarse en el rescate del hermano de Cicerón, su gran rival político en Roma: "No asistir a quien nos necesita, cuando está en nuestras manos ayudarlo, por perjudicar a un enemigo político es de una bajeza moral y de una indignidad sólo propias de los miserables de la peor calaña, de seres traidores a su patria que sólo merecen la ignominia y el desprecio de todos." Por si acaso no le queda claro a alguien, esta referencia es casi seguro al Presidente del Gobierno, y la anterior a la DANA, no olvidemos que Posteguillo vive en la Comunidad a la que más afectó.
Aparte de estas referencias de actualidad política, Posteguillo también se va a permitir un guiño a los dos galos más famosos del comic, no desvelaré en qué momento. La verdad es que no sé qué pensar sobre ello, porque le quita seriedad a una novela histórica con tal pretensión. Pero, bueno, habrá que perdonárselo.
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