miércoles, 4 de marzo de 2020

El tren llegó puntual ("Der Zug war pünktlich"), de Heinrich Böll

Se trata de una corta pero emotiva novela, en que aparecen los mejores valores de la literatura alemana, como cabía esperar a la vista de su autor. Heinrich Böll es premio Nobel de Literatura y su obra principal es la ultraconocida "Ansichten eines Clown" (Opiniones de un Payaso). Esta novela la leí hace unos años, y la disfrute con matices. Se notaba que era buena literatura, pero que mi alemán no estaba a la altura de las circunstancias. Lo bueno es que éste, de un estilo muy similar, no me ha constado nada leerlo y disfrutarlo, lo que me prueba que voy mejorando mi nivel, aunque no lo note. Por otro lado, me surge la duda de si no debería releer aquella, a la luz de esta constatación.

Lo que tenemos en este libro es la historia de un soldado que va a la guerra, en concreto al frente oriental en la Segunda Guerra Mundial. Y va a la guerra en un tren, claro, que coge en Dortmund y que llevará al frente más allá de Lviv/Lemberg, en la actual Ucrania, pasando por diversos sitios, entre Przemysl. Lo resalto porque estuve allí este verano, precisamente para coger el tren a Lviv.

Böll nos cuenta las reflexiones del soldado durante el trayecto, siempre enmarcadas en el contexto de la convicción del protagonista, Andreas, de que va a morir cuando acabe su trayecto en tren. Al principio, sus pensamientos van de concepto de "Pronto" (Bald) y como se va estrechando tanto en el espacio como en el tiempo. Se mezclan estas reflexiones con recuerdos de Amiens y de unos bellos ojos que han supuesto el único amor de su vida.

En algún momento, se encontrará con dos compañeros de viaje. Uno no pasará de ser el Rubio (Blonde), mientras que el otro evolucionará de "Unrasierende" (el sin afeitar) a Willi, una vez se afeite en Przemysl. Al mismo tiempo, la reflexión sale del protagonista, y el narrador dejar de hablar en primera persona para hacerlo de Andreas, pero esto ocurre pasado la mitad del libro y sorprende algo al lector.

En Lemberg por fin se traslada la escena fuera del tren. Lemberg es la capital de Galizia, nombre del que Böll nos dice: "Galizien, das Wort ist wie eine Schlange, die winzige Füße hat und die Gestalt eines Messers, eine Schlange mit blitzenden Augen, die sanft über die Erde schleicht und schneidet, die die Erde entzweischneidet." ("Galizia, la palabra es como una serpiente que tiene pequeños pies y la forma de un cuchillo, una serpiente con ojos brillantes, que que se desliza suavemente sobre la Tierra y corta, corta la Tierra en dos parte"- traducción propia).

Aquí comerán en un buen restaurante (doy fe de que hay unos cuantos en la ciudad) y la celebración posterior les llevará a un burdel, donde Andreas conocerá a Olinda, prostituta a la par que espía polaca. En esta escena tendremos excelente momentos del libro, como los remordimientos de Andreas por el maltrato que dió a una puta famélica en Paris; los reflexiones de Olinda sobre que ellos, los polacos de la resistencia, también matan inocentes, y los rezos por los judíos de las distintas ciudades del frente. Bueno, esto lo hace muchas veces durante el viaje, aunque solo la última "knien vor dieser Couch, die so viele Sünden gesehen hat" ("arrodillado ante esta sofá que tantos pecados ha visto"). Hay también una descripción musical a las que tanto acostumbran los escritores alemanes, en este caso de una pieza de Bach.

En todo caso, ya anticipo que el soldado no escapará a su destino, y que el tren será puntual, como el título nos invitaba a pensar. En fina, es una obra magnífica digna de su autor. Muy recomendable su lectura en alemán, aunque no creo que pierda mucho si se lee traducida.

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