martes, 31 de marzo de 2020

Pequeño hombre, ¿y ahora qué? ("Kleiner Mann, was nun?"), de Hans Fallada

Tras la lectura de "Jede stirbt für sich allein" era claro que iba a repetir lectura de Fallada. No ya es que el libro me gustata bastante, sino que encuentro también su alemán bastante accesible. Recuérdese que es un autor hasta cierto punto costumbrista, pero costumbrista de la Alemania nazi. O sea, nos cuenta cómo vivía la gente normal, con la aparición de vez en cuando de algún nazi o comunista.

En esta novela, ambientada en los 30, la aparición de miembros de estos grupos es casual, y tiene relativamente poco impacto en el desarrollo de la novela. Pero eso es correlativo con el hecho de que los nazis aún no tienen el poder, prueba de lo cual es la existencia de comunistas, y la aparición de judios sin sometimiento a discriminación.

Los protagonistas de la novela son Hannes Pinneber y Emma (Lämmchen) Morschelei, una pareja de clase baja que decide casarse en respuesta a un embarazo nada más empezar el relato (aunque nos da tiempo a constatar el ambiente familiar de los Morschelei, donde el padre es nazi y Karl, el hijo, es comunista.

Desde el mismo comienzo nos damos cuenta de que estamos ante una historia de miseria, de vivir con estrecheces y al día, pues el análisis previo al matrimonio es un estudio de viabilidad en que ambas partes recuentan ingresos y gastos previstos para ver si se pueden emancipar. Esta preocupación por el dinero será constante y angustiosa en algunos momentos de la novela, pero me temo que es la vida misma y más en los años de crisis en que ésta se desarrolla. ¿Será una vida así la que nos depare la crisis post-coronavirus? Afortunadamente, han pasado años desde los 30, en los que se ha podido acumular mucho capital (pese a los derroches de los Gobiernos) y mucho destrozo habrá que hacer para situarnos como en aquella época, aunque no digo que un buen gobierno socialcomunista no sea capaz de hacerlo (y el que no me crea que mire a Venezuela).

El caso es que la pareja se va a vivir a un pueblo, Ducherow, donde compartirán palacio con una aristócrata arruinada por la inflación de Weimar, y de donse se tendrán que ir al perder Hannes su trabajo por una serie de desdichas, incluida la asistencia de un trabajador nazi a un evento festivo inexcusable.

La madre de Hannes les acoge en Berlin, donde conocerán una época de cierta estabilidad, en la que viven en una especie de buhardilla sobre un almacen antiguo cine, y él trabaja en una tienda de ropa. Aquí asistiremos a sus trucos para conseguir las ventas que tiene como objetivo diario. Pero sobre todo asistiremos a los mejores momentos de la novela. Uno de ellos transcurre durante el parto de Lämmchen, en que Hannes se ve obligado a estar solo en su casa y por las calles, y a reflexionar sobre la muerte, la soledad y el amor: "Er mag nichts empfinden, was nicht mit Lämmchen zusammenhängt." ("No quienre sentir nada, que no le ocurra junto a Lämmchen").

Posteriormente llegan momentos preciosos, de gran lirismo, como el uso del reloj para tranquilizar al bebé, la sesión de cine acompañados por un amante de la madre de Hannes, o esa terrible noche de dolores infantiles que culminarán en el primer diente del bebé. Pero también llegan esos momentos que dan título a la novela, donde se ve a esa pequeño hombre enfrentado a la Administración Pública para conseguir que le retribuyan los gastos médicos, e indefenso ante los vaivenes sociales y sobre todo el paro. Fallada captura perfectamente la esencia del momento en que Hannes interactúa con el funcionario de la Seguridad Social: "Aber beide sind Feinde, Todfeinde, denn einer sitzt hinter der Barriere und der andere steht davor. Der eine will, was er für sein Recht hält, aber der andere hält es für eine Belästigung." ("Pero ambos son enemigos, enemigos a muerte, pues uno se sienta tras la barrera y el otro delante. Uno quiere aquello que ve como su derecho, pero el otro lo tiene como una carga").

También perderá este trabajo, y la pareja se verá obligada a vivir en una parcela a las afueras de Berlin, de las que aún son visibles en determinados barrios, y en las que supuestamente solo se puede cultivar. Hannes conocerá el paro y la desesperación en otra serie de escenas emotivas, una de las cuales le lleva al estudio de su amigo Heilbutt, precisamente quien les alquila la parcela. Por cierto que el tal Heilbutt se dedica al negocio de fotos de señoras ligeras de ropa, lo digo para el que se piense que lo que sala en la serie Berlin Babylon en un anacronismo.

Aquí, Hannes constata lo que es la pobreza: "Armut ist nicht nur Elend, Armut ist auch strafwürdig . Armut ist Makel, Armut heißt Verdacht." ("La pobreza no es solo miseria. La pobreza es también un castigo. La pobreza es una mancha. La pobreza significa sospecha"). Por suerte, tras un final arrastrado en que se nos hace temer lo peor, el amor triunfa sobre la desesperación y el pequeño hombre sigue adelante.


Tengamoslo claro: el hombre es pequeño para Fallada porque convive con una entidad elefantiásica que el autor ve crecer en tiempo real. Estamos en los 30, donde los Estados están tomando tamaños que nunca se habían visto, y las personas reflexivas se dan cuenta de que esto sucede, aunque no ven aún sus implicaciones. Una de ellas será la Segunda Guerra Mundial; otras, las sucesivas crisis económicas creadas por estos mismos Estados al tener el monopolio de la moneda. Y, como colofón, esta del Coronavirus en que la humanidad ha sido confinada en una situación sin precedentes históricos que es prueba del poder que han acumulado los Estados en los siglo XX y XXI.

Creo que este párrafo puede resumir el sentimiento de Fallada: "Ach, er ist ja einer von Millionen, Minister halten Reden an ihn, ermahnen ihn, Entbehrungen auf sich zu nehmen, Opfer zu bringen, deutsch zu fühlen, sein Geld auf die Sparkasse zu tragen und die staatserhaltende Partei zu wählen. Er tut es und er tut es nicht, je nachdem, aber er glaubt denen nichts. Gar nichts. Im tiefsten Innern sitzt es, die wollen alle was von mir, für mich wollen sie doch nichts." ("Ah, él es uno de los millones a los que hacen discursos los Ministros, le amonestan para que asuma privaciones, haga sacrificios, se sienta alemán, lleve su dinero a la caja de Ahorros y vote a los patidos que preservan el Estado. Él lo hace y no lo hace, después, pero no se cree nada. Nada de nada. En su interior sabe que ellos quieren todo de mí, pero nada para mí."
 
 Este libro de Fallada no me ha gustado tanto como el primero que leí de él, pero sigue siendo lo suficientemente atractivo para que se renueve mi interés por él.

No hay comentarios: