jueves, 29 de octubre de 2020

An der Baugrenze, de Thomas Bernhard

Thomas Bernhard es un famoso autor austriaco, conocido sobre todo por sus obras de teatro y más aún por prohibir que fueran interpretadas tras su muerte. Este librillo es el primero que leo de él, y consiste en tres cuentos, dos de ellos bastante cortos. Así que como me descuide esta entrada podría ser más larga que el propio libro.

El primero de los cuentos, Der Kultererer, es también el más largo. Nos cuenta las reflexiones de un prisionero "culto" (de ahí el nombre de la obra) en los últimos momentos antes de salir de prisión, A mí entender, las reflexiones que hace asociadas con la libertad son lo mejor del libro, Digamos que el tipo ha tenido más libertad en la cárcel de la que le permitía y teme le permitirá la estancia en sociedad, pues en la cárcel se ha podido dedicar a las cosas que le gustaban (escribir libros e imprimirlos). 

La siguiente frase creo que resume bastante bien el discurso: "Es beruhte auf dem einfachen Gedankengang, daß der Freie nicht frei, daß der Unfreie nicht unfrei ist. »Wo ist die Grenze der Freiheit und von wo aus wird sie bestimmt?« fragte er sich." ("Daba vueltas al sencillo curso de pensamiento, de el libre no es libre, y que el prisionero no es cautivo. ¿Dónde está la frontera de la libertad y desde dónde va?, se preguntaba"). Dejo otra sentencia lapidaria de este mismo cuento, muy cercana al modelo del elefante y el jinete de Haidt:  "Logik ist, was für eine Bedeutung es hat."  ("Lógico es lo que para uno tiene significado").

El segundo cuento se Der Italianer y no tiene nada especialmente reseñable, o al menos yo no se lo pillo. Tiene que ver con recuerdos de infancia del narrador en torno a unos polacos asesinados y enterrados en una fosa común bajo lo que hoy es un teatro.

El último cuento es el que da título al volumen, y tampoco cuenta nada especialmente interesante, pero sí lo hace de una forma curiosa. El narrador está escribiendo una carta a su amada, que se ve interrumpida una y otra vez por lo que ocurre en la taberna o posada en que está tratando de escribirla. Pero el problema no es que lo que ocurre sea relevante, sino la propia capacidad de concentración del escritor. Así pues, Bernhard demuestra un cierto virtuosismo para contarnos la circunstancia del narrador, a la vez que su observación, y su escrito. Poco más.

Ni fu ni fa. Tengo la sensación que estos son los típicos cuentos con simbolismo, tipo Heinrich Böll, pero no tengo ninguna intención de investigarlo, porque no me han entusiasmado. 

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