Este fue un libro que citó el profesor Bastos en su discurso de recepción del premio IJM. Dado que el título prometía un contenido interesante, no tardé demasiado en hacerme con él y, como se observa, leerlo. ¿Por qué creía que me resultaría interesante? Porque pensaba que analizaría la relacion entre los dos conceptos del título: moralidad y crecimiento económico, una relación causal y positiva.
Y sí que va a encontrar esa relación positiva, aunque sobre la causalidad y el sentido de la misma no parezca tenerlo claro habida cuenta de su metodología empiricista y mainstream. El problema principal es que Friedman establece como valores positivos morales los que él dice que son generalmente así considerados, pero sobre los que yo tengo alguna duda. No los oculta, los deja claros desde el prefacio: "openness of opportunity, tolerance, economic and social mobility, fairness, and democracy". Comparto el primero y el tercero, que equiparo con libertad, y no entiendo porque él no lo considera como valor moral positivo explícitamente. La tolerancia también me parece un valor razonablemente positivo, aunque si hay libertad y "rule of law", la intolerancia de unos apenas tendrá efectos sobre la vida de todos. Y no me parecen valores positivos la democracia (la imposición de la mayoría -supuestamente, en la práctica del político elegido periódicamente- a la minoría) ni el fairness, en este caso porque puede justificar cualquier cosa dado la subjetividad del término.
A partir de aquí se embarca en el análisis de la relación crecimiento económico - moralidad de la sociedad (entendida como he dicho arriba). Comienza describiendo el marco teórico, histórico e incluso psicológico que justifica su hipótesis. En cuanto a la evolución histórica, la radica en la Ilustración, y es muy interesante verdad las corrientes filosóficas que equiparaban la obtención de riqueza con la superioridad moral. O, dicho de otra forma, que hacerse rico es, no solo moralmente correcto, sino un deber ético. Según Friedman, está doctrina procede del Calvinismo. Estos pensamientos son perfectamente coherentes con la concepción de cómo se obtiene riqueza en el mercado no intervenido siguiendo a la escueal austriaca de economía.
También nos cuenta las primeras reacciones a estas visiones, resumidas en la visión romántica del paraíso perdido de Rousseau, y el conflicto de clases de Marx. Respecto al primero, me encanta esta respuesta, de un pensador del XIX, que también se podría utilizar para rebatir a Piketty y su visión de la desigualdad económica:
"“It is now the fashion to place the Golden Age of England in times when noblemen were destitute of comforts the want of which would be intolerable to a modern footman, when farmers and shopkeepers breakfasted on loaves, the very sight of which would raise a riot in a modern workhouse, when to have a clean shirt once a week was a privilege reserved for the higher class of gentry, when men died faster in the purest country air than they now die in the most pestilential lanes of our towns, and when men died faster in the lanes of our towns than they now die on the coast of Guiana.”"
Tras proponer el marco teórico, se embarca en el contraste de la evidencia empírica, que básicamente se obtiene repasando la historia de los EEUU, identificando los momentos de bonanza y penuria económica, y los distintos movimientos sociales según su ideología pro o anti-moralidad (entendida a la Friedman). La idea es, por supuesto, ver si hay coincidencia temporal entre momentos de crecimiento/decrecimiento económico y movimientos sociales pro/anti morales. El análisis lo hace muy detallado para los EEUU, y luego lo extiende de forma más breve a Inglaterra, Alemania y Francia.
Como narración tiene su interés (salvo la de EEUU, que se hace demasiado detallada y prolija y, por qué no, arbitraria en los acontecimientos que cuenta), pero como metodología rigurosa no deja de parecerme patética. La sensación que tiene el lector es que hay mucho sesgo de confirmación, que no está claro por qué cuenta lo que cuenta y no otras cosas. A mí no deja de sorprenderme que los movimientos anti-morales sean exclusivamente de corte fascista o ultraderechistas, si se quiere, y no se muestre ni uno solo de corte izquierdista o comunista. Vamos, que no es inmoral expropiar la propiedad de la gente, pero sí que un negro tenga que sentarse al fondo del autobus. Es muy incomoda la visión mainstream que tiene, por ejenmplo, del New Deal. ¿Por qué lo califica como algo pro-moral?
En este repaso histórico, me ha resultado muy curioso ver cómo la historia se repite una y otra vez. Nótese que Friedman escribe en 2005 (o sea, sin la presencia dominante de la Big Tech que hay en la actualidad) sobre acontecimientos de principios del XX. Miren esta secuencia de frases:
"The progressives, invigorated and emboldened by the signs of economic growth and technical progress all around them, sought instead to go forward and shape the future to their liking."
"f powerful firms were recklessly endangering their customers or their workers, regulation should provide protection for the powerless. (...)
If large private interests commanding vast resources were preventing American democracy from functioning as it should, then new political rules, written into the Constitution if necessary, were the answer. (...)
The progressives’ agenda was instead a combination of anti-monopoly activism, protective regulation as a counterweight to unrestrained big business, and measures to strengthen— the progressives would probably have said restore— American democracy."
Los últimos capítulos los dedica a estudiar la relacíón entre crecimiento económico con algunos valores morales concretos, como la desigualdad o la sostenibilidad. No hay grandes sorpresas, todo es muy mainstream y bastante aburrido, pero al menos pone en duda los dogmas. Lo único que sí es llamativo y quizá espantoso es su fijación con que la natalidad se controle para que la sociedad pueda crecer económicamente. Por ejemplo: "Unless the birthrate also falls, population growth will accelerate. Hence reducing fertility (the number of births per woman of childbearing age) is essential to limiting population growth, which in turn is often central to allowing economic growth to continue."
Curiosamente, critica a Malthus por sus postulados (de los que al parecer el propio pensador se desdijo en vida), pero se le deslizan por aquí. Y más explícitamente aún en esta cita del biólogo Garrett Hardin, que en su "The Tragedy of the Commons", nos suelta: “The only way we can preserve and nurture other and more precious freedoms is by relinquishing the freedom to breed, and that very soon.”
Y empieza a dar muestras del cacao mental que se mostrará en todo su esplendor en el capítulo final. Obsérvese la forma tan literal en que interpreta a Schumpeter: "In effect, the “creative destruction” that Joseph Schumpeter had earlier identified as the crucial by-product of economic depressions occurred in these countries instead as a consequence of military defeat." La destrucción creativa de Schumpeter no es literal, aclaro, es el proceso de cómo la innovación exitosa va destruyendo la tecnología obsoleta.
Pero vamos ya con el capítulo final y sus propuestas políticas, muy centradas en los EEUU. Parece mentira que un señor tan preparado, tan culto, tan leído y, en general, tan razonable, pueda tener tanto lío, que yo achaco en su empeño por mantenerse en el mainstream. Empieza el tipo diciendo que existe una externalidad positiva en el crecimiento económico (esto es, la mejora moral de la sociedad) que los individuos no internalizamos. Ello implica que se crece económicamente menos de lo que se debería, lo que justifica las decisiones políticas que incentiven el crecimiento económico. No se le puede negar la originalidad al argumento.
Para que el crecimiento económico se mantenga en el tiempo, Friedman identifica, correctamente, que es necesaria la acumulación de capital, tanto físico como humano, ya que solo esta acumulación incrementa la productividad, lo que a su vez implica conseguir mayor valor por el mismo esfuerzo.
Sin embargo, se lía luego y termina diciendo cosas como que, para facilitar el ahorro que lleva a que se acumule capital, hay que SUBIR (sí, subir) los impuestos. ¿Por qué lo dice? Porque así se baja el déficit público y se evita el crowding-out que este fuerza, y se libera más ahorro para inversiones de capital. En fin, quizá le leí demasiado deprisa.
En cuanto al capital humano, se centra en la importancia de la educación a todos los niveles, y tanto formal como informal. Pero, claro, más atrás nos ha recomendado políticas de contención de natalidad para que se pueda seguir creciendo. En otras palabras, para Friedman el capital humano no tiene que ver con la existencia de más o menos individuos, si no con su formación. Sobran los comentarios.
Este es un libro prescindible, y hasta cierto punto obsoleto. No se lee mal, pero tiene poco que aportar en relación al volumen de texto que hay que leer. Hay capítulos que se me han hecho aburridos y otros con mucho lugar común. Y para al final, como digo, sacar muy poco en claro o novedoso. Lo que me lleva a sospechar si no se equivocaría Bastos en el libro que quería recomendar.