Tal como indica el título, se trata de la continuación de 1177 B.C. El poco tiempo transcurrida desde dicha entrada hasta ésta es suficientemente revelador sobre que he devorado el libro. El método y estilo es el ya familiar y descrito entonces. Cline repasa la evidencia arqueológica, en este caso para contarnos qué pasó en el Mediterráneo oriental después del fatídico 1177, que los historiadores fijan como final de la Edad de Bronce y comienzo de la del Hierro.
Ya se vio en el primer libro que, pese a dicha convención, el supuesto colapso no ocurrió justo en dicho año, sino más bien durante un siglo. Eso ya revela que la evolución/recuperación de las sociedades afectada tampoco tiene un comienzo singular. Todo es más o menos como la vida misma, continuo, sin puntos singulares.
Cline realiza su revisión sociedad por sociedad en lugar de hacerlo cronologícamente para todas ellas. Así, nos contará sucesivamente qué pasó con Egipto y la costa del Canaan; luego con Asiria y Babilona; después con Fenicios y Chipriotas, de aquí pasará a los Hititas y Neo-Hititas, para cerrar el repaso histórico con el mar Egeo y los griegos. Este es el verdadero núcleo de la obra y los más interesante.
Sin embargo, es claro que el editor ha sugerido al amigo Cline que trate de hacer su tema más relevante para la actualidad, lo que le embarca en diatribas sobre el cambio climático y la capacidad de adaptacion de las sociedades. Por suerte, estas diatribas no contaminan el análisis científico-histórico, ya que no se mezclan con él, quedando confinadas en la introducción y en el capítulo 6, que ya digo aquí que son prescindibles. En ellas parte ni más ni menos que de un informe del IPCC del año 2012, dedicado a catástrofes naturales y sistémicas, y usa las categorías en él definidas para aplicarlas a lo ocurrido después de 1177.
El remate son las recomendaciones del buen señor para afrontar este tipo de circunstancias, que él propone a la vista de su conocimiento de la historia de la Edad del Hierro y que, como digo, tiene toda la pinta que le han forzado a hacer. Dejo aquí sus recomendaciones, para que se pueda ver cuánto dan de sí:
"
1. Have multiple contingency plans in place and redundant systems to fall back on if your primary ones fail. 2. Be resilient enough to withstand whatever blows may come and strong enough to withstand any enemy invasions or attacks. 3. Be as self-sufficient as possible, but do call on friends for assistance when needed. 4. Be innovative and inventive, ready to turn nimbly and adapt or transform, rather than simply cope. 5. Prepare for extreme weather conditions: if they come, you will be ready; if they don’t, it won’t matter. 6. Be sure to have dependable water resources. 7. Keep the working class happy."
No entro ni a comentarlas, porque el propio Cline reconoce que parecen obvias.
En cuanto a la propia historia, dejo algunos apuntes que me han llamado más la atención. De Egipto, que ya no volvió a ser la potencia que era en la Edad de Bronce, y nos explica por qué aparecieron juntas todas las momias de la XVIII Dinastía, las que ahora se pueden ver en el Museo de las Civilizaciones Egipcias del Cairo.
De Israel, ya vimos que el Éxodo no ha podido ser refrendado con evidencias arqueológicas. Por el contrario, sí se han encontrado para otras tradiciones biblicas, como la existencia del rey David.
Asirios y Babilonios fueron potencias militares que aprovecharon el colapso de los pueblos competidores, especialmente hititas, para hacerse sus nuevos imperios. De ellos nos dice Cline que "large part of the successful resilience of these two societies in the immediate aftermath of the Collapse was indeed probably the result of having leaders such as these in place during their time of need." Así que si las sociedades actuales colapsan, los europeos lo tenemos muy negro a la vista de los líderes que padecemos, no digamos ya los españoles.
El capítulo que más me gusta es el dedicado a fenicios y chipriotas, los grandes comerciantes y que mejor se adaptaron a la nueva situación. Correlación clara entre comercio y adaptabilidad, que sabemos que no es solo correlación sino causalidad. Gracias a los fenicios aparece Iberia en la historia de Cline y más en concreto excavaciones en Huelva; y es que Cline califica el Mediterráno como el "lago fenicio", lo que me ha recordado a Jose Javier Esparza diciendo que al Pacífico le llamaban el "lago español" (ver
aquí). De los chipriotas me quedo con que desarrollaron la tecnología del hierro, alternativa a la del bronce, posiblemente por las dificultades de acceder a aluminio: otro ejemplo de adaptabilidad solo posible en una sociedad libre.
La historia de los hititas es justo lo contrario, ya que esta civilización desapareció completamente tras 1177, siendo las ciudades-estado que sucedieron al imperio pasto fácil del nuevo poder regional, los Asirios. Algo parecido habría pasado en el Egeo, pero aquí sin invasiones externas, puesto que la supuesta invasión de los dóricos que habría traído consigo el hierro, carece una vez más de evidencia arqueológica, y Cline insiste en que no ocurrió nunca. Eso hizo la sociedad se tuviera que reinventar, pasando de los "palacios" a las polis, ya la Grecia Clásica: "Aegean is a region where state formation… happened twice: the first took place in the Bronze Age, and led to the Palace civilisations of Minoan Crete and Mycenaean Greece; the second took place in the Early Iron Age, and led to the civilisation of Archaic and Classical Greece.".
De nuevo, un libro apasionante. Además de lo que he aprendido sobre la historia antigua, me ha servido para ordenar en el tiempo un montón de acontecimientos que todos conocemos, pero que yo tenía dispersos. Ahora ya ubico a Homero (800 B.C.) en relación con el Éxodo (1.250 B.C.) o el imperio Persa (500 B.C.), por lo que también puedo cruzarlo con Alejandro Magno y llegar hasta el Imperio Romano, a partir de lo cual la cronología ya la tengo más clara. Hacia atrás, soy capaz de conectar con los minoicos (2500 B.C.) y de ahí a los yacimientos más antiguos de la península Ibérica (los Millares, 3200-2200 B.C.). Eso sí, me queda un enorme gap hasta llegar al yacimiento de Gobleki Tepee en Turquía, que es del 8.800 B.C.
Como estaba diciendo, excelente y apasionante lectura, a la que le sobran una vez más los adornos de elucubración con los que cierra el repaso puramente científico. Por ciero, Cline aclara que los historiadores llaman "Dark Ages" a aquellas épocas en las que hay poco registro escrito, sin que suponga ninguna connotación negativa para la época. Vamos, que la Edad del Hierro no supuso ningún retroceso respecto a unas civilizaciones mejores anteriores, como tampoco se debe considerar así a la baja Edad Media, por mucho que los historiadores las califiquen así simplemente por un criterio técnico.
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