sábado, 28 de febrero de 2009

Hacia el absurdo final

Las intervenciones del Gobierno y la regulación son incapaces de conseguir sus objetivos. El mercado está constituido por un sutil juego de equilibrios, en que resulta imposible tocar en algún sitio y que no salte algo inesperado por otro. Es el paradigma del efecto mariposa.

Esta lección, que la teoría económica demuestra (por ejemplo, en Mises, Teoría del Intervencionismo) es convenientemente ignorada por los Gobiernos, en su constante afán por enmascarar la realidad, única posibilidad de mantener su poder a costa de los cegados ciudadanos.

No existe evidencia histórica alguna de un Gobierno consiguiendo sus objetivos mediante intervención o regulación. Pero, inasequibles a desaliento, continuan interviniendo y dificultando la vidad de los ciudadanos. Es su papel.

Como digo, cada intervención da lugar a efectos inesperados (para el Gobierno, no para la gente con sentido común), que hacen necesarias nuevas intervenciones, que, a su vez, dan lugar otra vez a efectos indeseados y muchas veces contrarios a los buscados. El ejemplo prototípico es la fijación de un salario mínimo: el Gobierno,al fijarlo, buscar que todos los trabajadores ganen un sueldo determinado. Lo que consigue no es eso, sino que los trabajadores menos cualificados se queden en paro. Como esta situación es insostenible, se le hace necesario pagarles prestación por desempleo, que, a su vez, exige nuevas cargas impositivas sobre los ciudadanos, incluidos los del salario mínimo. Resultado: no hay trabajo para todos y el trabajador percibe menos de lo que percibiría en ausencia de regulación.

Viene todo esto a cuento por las últimas propuestas de nuestro gobierno, en boca de su ministro Sebastián, hombre de preclara visión y que continua deleitándonos con propuestas e ideas. Tras el neoproteccionismo, ahora llega la equidad forzada o como la quieras llamar.

Formulemos su idea: quiere dar dinero (de nuestros impuestos), a todos los bancos, lo pidan o no. Quiere obligarles a aceptar nuestro dinero. No os parece increible?
Joe, a mí me daría pudor que me citaran con propouestas de este estilo.

De esa forma, según él, se garantiza que la imagen de todos queda igualmente tocada, ya que ahora, los receptores de nuestros fondos, quedan de alguna forma estigmatizados. Así que, venga, estigmas con mi dinero para todos los banqueros.

Francamente, no puedo esperar a ver cuál es la siguiente propuesta de estos tipos. La única esperanza es que poco a poco llegaremos al absurdo final, y no tendrán más conejos que sacar de la chistera. Quizá entonces haya una oportunidad para el mercado.

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