domingo, 1 de marzo de 2009

Ahora la culpa es de la descoordinación

Parece que los Estados han encontrado una nueva causa, a corto plazo, para explicar la inefectividad de sus políticas para sacarnos de la crisis. En efecto, según los interesados, las medidas que toman carecen de efectos porque se están haciendo de forma descoordinada. Vamos, que cada país utiliza sus armas sin ponerse de acuerdo con los otros, y así es muy difícil cortar las 7 cabezas a la hidra de la crisis económica. Crisis, que no se nos olvide, es global.

Por supuesto, ni la coordinación de los Estados ni la actual falta de ella tienen lo más mínimo que ver con una posible salida de la crisis. Es imposible que ninguna medida de los Estados, salvo la desregulación y su reducción, nos saque de la crisis. Por una sencilla razón, los Estados son incapaces de generar riqueza, valor añadido, y, por tanto, todos los recursos que nos quitan, son consumidos sin dar un valor similar al detraido. Y esto es así, se coordinen o no lo hagan.

Gracias a esta disculpa, un montoncillo de dinero se va a gastar en reuniones bilaterales, trilaterales, multilareales y poliédricas, buscando la coordinación a distintos niveles. Asumamos que, eventualmente, consiguen algo que ellos mismos llamen coordinación (y que nadie más que ellos le llamaría). Como las medidas seguirán sin sacar a ningún país de la crisis, ¿qué será lo siguiente que hagan?

Imagino que empezarán a echarse las culpas los unos a los otros. En el fondo, las acusaciones de descoordinación son eso mismo, pues ninguno de los Estados cree que él lo está haciendo mal, sino que los demás no se coordinan con él. Lo de Polonia será por culpa de Francia, lo de Francia por Alemania, lo de Alemania por China, y lo de todos por Estados Unidos. Eventualmente, darán con un chivo expiatorio al que invadir o, malas noticias, nos invadiremos los unos a los otros. Así terminó la crisis del 29, con la Segunda Guerra Mundial.

Si nos centramos en el caso español, la risa puede conseguir proporciones estratosféricas, pues a la descoordinación global (la falta de eficacia de medidas locales, según denunciaba el gobernador del Banco de España), se une la descoordinación inter-autonomías. Así que echamos la culpa a otros países de lo que no tenemos resuelto en casa.

Pero, qué se le va a hacer. Es el sálvese quien pueda. Cada gobernante está mirando ahora exclusivamente por una persona, a saber, él mismo y su calidad de vida, lo que implica justificar ante sus siervos votantes porque nada de lo que hace con los recursos requisados funciona. Ahora la culpa es de la descoordinación. Dentro de unos meses, ¿de quién?

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