Han abierto un nuevo supermercado en el barrio. Esto, en condiciones normales, ya sería suficiente razón para visitarlos. En las condiciones actuales, que alguien se atreva a abrir un negocio, incluso en Madrid (donde hasta cierto punto tenemos políticas liberales), no deja de ser una gesta heroíca, digna de festejos.
Allá que me voy. La primera mirada al interior es reconfortante. Mucha gente dentro, y muchos empleados. El ambiente que se respira es de entusiasmo. El uniforme de los dependientes inunda de color los pasillos entre las estanterias. Todos están como niños con zapatos nuevos, mejor dicho, con empleo nuevo. Procedamos al interior.
Y en ese momento aflora mi implacable yo. Me deja de importar la novedad del supermercado, me dejan de importar los nuevos empleos creados. Lo único que me importa es si este supermercado me proporcionará mejor servicio que los otros de los alrededores. Sin ningún atisbo de piedad, reviso el surtido. Voy anotando mentalmente qué tiene, qué no tiene, qué tiene que los otros no tienen. Voy fijándome en los precios: ¿hay leche más barata que en el de siempre? Sí, muchos tipos de pescado, y en oferta, pero ¿los precios? ¿Se tardará mucho en la cola? ¿Llevarán bien las cosas a casa?
Me he vuelto malo, sí, soy malo. En mis manos está el futuro de esos trabajadores y de los dueños del supermercado. Y no voy a tener clemencia con ellos. Si no tienen los yogures que voy buscando, me iré al de al lado a comprar. Y si los tienen, pero son más caros, haré lo mismo. Y si no convencen a la suficiente gente de que compre en su tienda, sé que ese número de empleados se reducirá, que las estanterias dejarán de estar llenas, y que finalmente tendrán que cerrar.
Pero, ¿soy de verdad tan malo? Si opto por comprar aquí por lástima y no por servicio, estaré condenando al supermercado de al lado al mismo futuro. Y encima seré injusto con él, pues reconozco que su servicio es mejor, dado que compro en el nuevo por lástima y no por que me guste. ¿Es justo que la gente que lo está haciendo mejor sea la que se vaya al paro por mi culpa?
No tengo que irme tan lejos para poner en duda mi maldad. ¿Qué pasa con mi familia? Si dilapido mis recursos, escasos, en sentimientos de lástima, ¿cómo podré atender mejor sus necesidades?
En fin, que la vida es muy dura, también para los del nuevo super del barrio.
4 comentarios:
"Si opto por comprar aquí por lástima y no por servicio"
No sólo tienes la opción de comprar por lástima. También de hacerlo para que la tienda salga adelante y haya más competancia entre las existentes.
"También de hacerlo para que la tienda salga adelante y haya más competancia entre las existentes"
Disiento: si el método para fomentar la competencia es la subvencion a la startup, o la penalización al "monopolio establecido" mal vamos. Podría (y no lo tengo claro; fernando seguro que sabe más que yo del tema :-) tener algún sentido en empresas con alto coste de startup, pero en el caso del comercio minorista me parece un sinsentido
¿Pedirías al gobierno que subvencionara al comerciante de la esquina para que el super de la otra esquina bajara los precios? porque estamos en el mismo caso. Al fin y al cabo, el dinero de la subvención sale de mi bolsillo
Al lado de mi casa tengo un Carrefour Express. Al otro lado tengo una tienda de congelados "La Sirena" que empezó hace poco. Reconozco que los congelados de "La Sirena" son mucho mejores y más variados que los del Carrefour, pero ni "jarto vino" compro en la sirena: Los precios son sencillamente abusivos.
Ni por lástima ni por favorecer que exista competencia: si no me dan lo que pido a un precio razonable, que compre su abuela. Al fin y al cabo en ambos casos pierdo dinero, y en el segundo, ni siquiera tengo garantía de que realmente la competencia se produzca
Pienso que Fernando da en la clave cuando dice; Lo único que me importa es si este supermercado me proporcionará mejor servicio que los otros de los alrededores… con eso ya es suficiente para que el supermercado triunfe. Y con ese mejor servicio, dentro esta incluido el precio.
El precio es el coste del servicio, en casi todos los casos. Puede que sea la parte fundamental para que el comercio funcione, pero indudablemente no es la única. Y la prueba esta en que habiendo tantas marcas de leches en el mercado, la mas vendible, y en la que mas se aprecia por las personas, es en la mas cara; la leche pascual. Y es, también, la que establece al alza el precio. De otra manera; la leche pascual no vende por su precio. Eso no quiere decir que el supermercado vaya a vender la leche pascual más cara que sus competidores. No. Eso quiere decir que pueden que sean otras las causas para que un comercio tenga éxito. Entre ellas, las rentas de los potenciales clientes. Quizás ese supermercado haya abierto para cubrir esa necesidad.
Creo que es una variable a tener en cuenta, cuanto mayor sea el nivel de renta, menor es la influencia del precio.
Fernando:
Hombre, malo serías si fueses al supermercado a ver si todavía no tienen suficientes medidas de seguridad para poder robarles.
Comparar precios, calidad y servicio no es ser malo, al contrario, es hacerle un favor al empresario, que se supone (aunque sea mucho suponer) que si monta la empresa es porque cree que puede hacerlo mejor que la competencia local.
Un abrazo y ánimo con esos yogures,
Jorge
PD: A ver si cuentas un poco cómo va tu tesis.
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