viernes, 13 de octubre de 2017

HHhH, de Laurent Binet

Heydrich es uno de esos personajes oscuros que solemos asociar al Nazismo y a Hitler, sin saber a ciencia cierta (al menos un servidor) qué papel desempeñó en tal régimen. Esta novela de Binet nos da una oportunidad de conocer mejor al personaje, aunque, como bien dice el autor, no sea el protagonista de la misma.

HHhH nos cuenta la historia del atentado que dos paracaidistas checoeslovacos realizaron sobre el tal mandatario, y que eventualmente le costó la vida. Y lo hace de una forma espectacular, como más adelante contaré, una vez hable un poco más de Heydrich.

Heydrich fue un tipo muy importante en el esquema Nazi, y quizá lo hubiera llegado a ser mucho más, si no hubiera sido por este atentado. Su físico era el del ario prototipo, aunque se rumoraba ascendencia judia. Fue el segundo de Himmler, aunque para muchos era más brillante. De hecho, el extraño título de la novela son las siglas de la frase alemana "Himmler's Hirn heisst Heydrich" (el cerebro de Himmler se llama Heydrich).

Entre sus obras más importantes está el diseño la llamada Solución Final, tras constatar personalmente que soluciones más cercanas (tipo fusilamientos en masa) destruían psicológicamente a los encargados de llevarlas a cabo (sus SS). Asimismo, fue nombrado protector de Chequia (Eslovaquia era un país satélite independiente), y por eso es allí donde le encuentra su destino. Según Binet, Heydrich podría haber sido el candidato natural a suceder a Hitler, y seguramente lo hubiera hecho desde planteamientos más aceptables por el resto de las potencias mundiales, lo que quizá hubiera hecho el régimen y sus conquistas tolerables durante más tiempo. De ahí la importancia histórica del evento.

Evento que, junto con sus preparativos y contexto histórico, incluyendo muchas anecdotas macabras sobre el régimen nazi, nos cuenta Binet. Lo más llamativo de esta novela es, sin duda, el estilo con que Binet nos lo cuenta, pues no se limita a la narrativa histórica, ni mucho menos: la mitad de la obra son sus reflexiones, no sobre los hechos, sino sobre cómo contar la historia, o sobre las fuentes que ha utlizado, o sobre los sentimientos que le inspiran los distintos protagonistas. Y esto lo hace hasta el punto de reconocer errores en capítulos anteriores tras haber descubierto una nueva fuente. Sorprendente, pero le funciona a la perfección.

Ello le da oportunidad, por ejemplo, para referirse muchas veces a Praga, escenario de los hechos, a la que califica como la ciudad más bonita del mundo. No puedo estar más de acuerdo, y eso no hace más que acrecentar mi simpatía hacia él. O considerar que las chicas eslavas son muy guapas, en concreto las de Kosice, algo que también comparto. Ahí asi mismo varias referencias a la magnífica obra de Jonathan Little, Les Bienveillantes (Las Benevolas) cuya lectura es imprescindible para cualquiera que le guste leer: es un clásico de nuestro tiempo. Y también al soldado Svek, cuya lectura no me despierta tanto entusiasmo (lo leí precisamente este año, en las entradas de abril podéis encontrar la reseña).

Con todo y con eso, cuando monsieur Binet se pone en modo narrativo puramente, también resulta magnífico. Es buena la narración con la que nos cuenta el atentado y las acciones posteriores. Pero la escena que es realmente espectacular, la que por si sola puede justificar la lectura de esta novela, la que consigue que se te salten las lágrimas (como Posteguillo tras la batalla de Zama en Las Legiones Malditas), es la del asalto en la cripta de la iglesia de los Stos Cirilo y Metodio, en que se esconden los autores del atentado junto con otros compañeros infiltrados. Una escena épica, digna de la mejor novela. No quiero decir más, aparte de que hasta tiene un punto de humor negro cuando, al final, el soldado alemán encargado de verificar la situación en la cripta responde con una "voz literalmente de ultratumba".

No quiero terminar este comentario sin recoger una frase con la que Binet justifica la necesidad de esta novela, y que también en épica: "Ceux qui sont morts son morts, et il leur est bien égal qu'on leur rende hommage. Mais c'est pour nous, les vivants, que cela signifie quelque chose. La mémoire n'est d'aucune utilité à ceux qu'elle honore, mais elle sert celui qui s'en sert" (Los que están muertos, están muertos, y les da igual que les rindan homenaje. Pero es para nosotros, los vivos, que ello significa algo. La memoria no tiene ninguna utilidad para aquellos a que se honra, pero les sirve a aquellos que se sirven de ella. - la traducción es mía y no hace justicia al original).

Esta novela es magnífica y supone el descubrimiento de un escritor, Laurent Binet, del que ya tengo en cartera otra novela (La séptima función del lenguaje), que es por la que encontré su nombre. HHhH, además, creo que ha sido llevada recientemente al cine, o sea que aquí mi gusto es también el de las masas. No perdáis oportunidad de leerla.



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