martes, 16 de diciembre de 2008

Ay los permisos

Nuestra dependencia de los gobiernos nos traiciona en los detalles más nimios, pero no por ello menos significativos. En la batalla por la libertad, hay que ser consciente de ellos, detectalos, reflexionar sobre ellos y, al menos esos espero, llegar a la conclusión de que esa dependencia no nos aporta nada, para poder erradicarla.

Viene a esta reflexión a cuento por el hundimiento de un hotel en obras en Mallorca. De resultas del suceso, han fallecido tres personas. Pues bien, el primer aspecto que los periodistas consideran importante en esta noticia, tras reflejar el número de victimas, es decirnos que la obra "no tenía los permisos".

Claro, que recordando un poco, me parece que cada vez que ocurre una catástrofe de este estilo, una de las primeras frases que nos dicen es esa, o la contraria: "tenía todos los permisos". Como si eso o lo otro cambiara algo en las responsabilidades o consecuencias del suceso. Vamos, que es una información irrelevante, y que sin embargo parece importante para los periodistas. Lo que refleja la importancia que dan a la acción del gobierno.

Yo me pregunto: el hecho de que no tenga los permisos de un burocrata o funcionario, ¿aumenta el riesgo de la obra? ¿Qué pasa, que el dueño del hotel que se reparaba deseaba correr riesgos con la vida de los obreros, y por eso no pidió el permiso? ¿Acaso si lo hubiera pedido ahora estarían vivos los tres muertos?

Y si tuviera los permisos, ¿qué? ¿Acaso es el funcionario que los otorgó responsable de lo que ha ocurrido? Lo cierto es que los burocratas no dan estos permisos para garantizar la seguridad de nadie, sino para intervenir por intervenir. Entiendo que se pueda precisar un permiso si las obras involucran de alguna forma el dominio público (en el sentido de que es "propiedad privada" de la comunidad). Pero el derecho a hacer obras únicamente debe depender de los derechos de propiedad del dueño, no de que te den un permiso o no unos señores que no tienen ocio ni negocio con el tema.

La consecuencia es evidente: el tipo que hace una obra en su propiedad es responsable de lo que sucede en la misma (más o menos), y no precisa ningún permiso de nadie para hacerlo. Ni el permiso le exime de responsabilidad, ni su carencia supone culpabilidad.

En el fondo, nos dan el mensaje subliminal: "estad tranquilos, la Administración vela por vosotros; estos accidentes solo ocurren cuando la obra no tiene permiso". Pero no caigais en la trampa, la responsabilidad sigue estando en los individuos, para bien (como en las miles de obras sin permiso que se ejecutan sin incidentes, y que nunca llegan a nuestras pantallas) o para mal (cuando la catástrofe tenía todos sus permisos en regla). El Gobierno tampoco aporta aquí nada.

6 comentarios:

Pablo dijo...

"Yo me pregunto: el hecho de que no tenga los permisos de un burocrata o funcionario, ¿aumenta el riesgo de la obra?"

Probablemente, puesto que no se le ha dado la normativa a seguir.

"¿Qué pasa, que el dueño del hotel que se reparaba deseaba correr riesgos con la vida de los obreros, y por eso no pidió el permiso?"

No, deseaba ahorrarse dinero y asegurarse de que se hacia lo que el queria fuera legal y siguiera o no las normativas urbanisticas aprobadas por los representantes de los ciudadanos.
Tomo riesgos esperando beneficios, una idea que no creo que suene extraña por estos lares.

"¿Acaso si lo hubiera pedido ahora estarían vivos los tres muertos?"
Pues si se hubieran seguido las normas de seguridad que cientos de ingenieros se han dedicado a estudiar y redactar durante años, sí, es posible que siguieran vivos.

"Y si tuviera los permisos, ¿qué? ¿Acaso es el funcionario que los otorgó responsable de lo que ha ocurrido?"

Eso dependería de si hubiera hecho su trabajo o no. En cualquiera de los casos el estado sería responsable subsidiario por dar unas normas que no han garantizado la seguridad de los ciudadanos. Es la misma razón por la que el estado hace de responsable subsidiario con las victimas del terrorismo: no ha matado a nadie, pero no ha mantenido la seguridad y esa era la misión que se le encargaba.


Las normas y la burocracia existen precisamente porque los ciudadanos quieren que en este tipo de obras haya alguien que se preocupe más por el bienestar de los obreros que por el beneficio del hotel, cosa que no se puede esperar de aquel que esta arriesgando su capital y pretende maximizar los beneficios aun tomando riesgos que (en probabilidad baja pero no cero) pueden poner en peligro a los trabajadores.

Anónimo dijo...

Bueno, en teoría la existencia de permisos garantizaría que se han cumplido una serie de normativas. Sin embargo, esto realmente no significa nada, ya que ese cumplimiento es puramente burocrático y consiste en inundar de todo tipo de justificaciones al funcionario de turno, que en general las va a mirar sólo por encima.
Aquí realmente el problema es uno de dinero: si el promotor no quiere pagar ni siquiera la licencia, seguramente también estará apretando por otros lados, y como la contrata ira justa, pues habrá cosas que se harán para ir tirando... o a lo mejor no. El caso es que la obtención de la lincecia de obras en general no significa que la obra sea más o menos segura, precisamente porque no se lleva a cabo una revisión exaustiva de los proyectos en los ayuntamientos, y aunque Pablo diga lo contrario, los funcionarios sólo tendrían responsabilidad en un caso muy extremo, como aprobar un rascacielos con los planos de un chalet o burrada semejante.
Al final todo se reduce a la acción de una serie de personas, y esta es dificil de calificar desde la distancia a la que aquí estamos: a lo mejor en esa obra, pese a no tener licencia, se tomaron toda clase de medidas pero una conjunción de factores han provocado la tragedia. O a lo mejor no, no lo sabemos.

Saludos

Anónimo dijo...

La existencia de una licencia de obras, de un proyecto de arquitectura o de la dirección facultativa de unos colegiados no garantizan que no vaya a haber accidentes.

No obstante, entiendo que son parte de los mecanismos que nuestra sociedad ha establecido para contrapesar los riesgos que unos ciudadanos hacen correr a otros.

Ferhergón dijo...

Gracias por los comentarios.

Pablo, pensar que un burócrata está más interesado en tu hotel o en tu vida, que cada uno de los individuos directamente involucrados es ciertamente de gran ingenuidad.

Precisamente eso es lo que ataca en la entrada. Que los mejor preparados para velar por sus respectivos intereses son los ciudadanos, y que, por tanto, es un dato irrelevante que un burocrata haya concedido o no un permiso. Pero que, sin embargo, te lo dan como si fuera relevante.

Sobre las normas y la regulación, podríamos hablar largo y tendido. Solo te diré ahora que es imposible que las normas evolucionen a la velocidad que lo hace la realidad (de ahí, su inflexibilidad), por lo que ya pueden estudiarlas miles de ingenieros, que su utilidad será similar.

Nos vemos.

Jorge dijo...

Fernando:

Un empresario tiene un mayor interés en que no se le mate un obrero en la obra que el Gobierno o el funcionario de turno que dices tú.

El problema está en las probabilidades. El empresario sabe que todos los días se matan un par de obreros por no tener las medidas de seguridad que dictan esas leyes "obsoletas e inútiles"; el gobierno también. La diferencia es que el empresario piensa que no va a tener la mala suerte de que le toque a él (al fin y al cabo lleva años realizando obras sin permisos ni medidas de seguridad, y nunca ha pasado nada grave. Por lo que al que se queja a la puta calle y como se ponga chulo le denuncias a Extranjería por no tener papeles. El gobierno en cambio, sabe, por una cuestión de números que a menor regulación e inspección, menor seguridad y mayor número de muertos. También sabe que un aumento en la siniestralidad le pasará factura en las elecciones.

Por lo tanto, aunque de forma directa el empresario tendría o debería tener un mayor interés (aunque sólo fuese por motivos egoístas), la ley de los números pequeños/grandes hace que en la práctica al Gobierno le importe más la vida de los obreros.

Y si no, pregunta a cualquier obrero - si conoces alguno, claro.

Un abrazo,

Jorge

Anónimo dijo...

Joder, como si no hubiese habido muertos en obra pública. A bote pronto recuerdo aquel puente que utiliza como andamiaje la puerta de un frigorífico, por fomento.