viernes, 22 de febrero de 2019

Serie: Counterpart

Se trata de una serie de espionaje e intriga, pero con un punto de partida completamente diferente, que es lo que a mí me resultó atractivo en primer término. ¿Cuál es ese punto de partida? Pues ni más ni menos que una singularidad cuántica que ha causado la disociación de nuestro mundo en dos, originalmente idénticos, pero que en el momento de la serie ya han divergido bastante. El punto de conexión entre ambos mundos está en Berlin, y se gestiona mediante sendas estructuras ministeriales, en las que transcurre mucha parte de la acción y las vidas de bastantes protagonistas.

A este contexto sugerente, se une un plantel de actores de bastante nivel encabezado por el expresivo a la par que calvo J.K. Simmons (el protagonista de Whiplash), que se ve acompañado por Olivia Williams, Nazain Boniadi, Harry Lloyd, Christiane Paul y otros tantos cuyas caras seguro que te suenan, aunque no seas capaz de ubicarles en una serie o peli concreta.

Pero, por desgracia, la cosa no acaba de funcionar, al menos para mi gusto. Primera razón: el ritmo es cansino y pesado. No estamos ante una serie de acción, aunque sea de intriga, y a la trama le cuesta avanzar. Uno lo nota esto desde el primer capítulo pero el tipo de música utilizada.

Esto, por sí solo, no bastaría para que la serie perdiera interés. El problema es que ese ritmo cansino se combina con una historia confusa, en la que te pasas mucho tiempo sin entender muy bien qué hacen los personajes o por qué. Tampoco esto por si solo es malo, es más, quizá sea hasta necesario en una buena serie de intriga. Pero claro, si combinas ritmo cansino con historia confusa, la sensación es de que estás en un laberinto del que nunca vas a encontrar la salida.

Por último, no se olvide, estamos en dos instancias de un mismo mundo, que va divergiendo. Esto implica que hay muchas personas duplicadas físicamente, aunque sus circunstancias y pensamientos hayan variado sustancialmente en el momento de la serie. Así que uno siempre tiene que estar atento para saber cuál de los dos gemelos es el que está en escena. Y también en qué mundo se está desarrollando: cuando se ve el skyline de Berlín, la cosas queda clara, pues a uno de los mundos le han añadido unos cuantos edificios futuristas. El resto del tiempo lo tienes que deducir por el personaje que está apareciendo; pero esto tampoco es trivial cuando el personaje es de los que viaja entre los mundos. Por tanto, gran parte de la atención se ve consumida por estos aspectos secundarios.

Estábamos decididos a abandonar la serie tras ver la primera temporada, pero las cosas que ocurrieron en los últimos capítulos de ésta me la resucitaron. Lo que ha pasado es que en la segunda hemos tenido la misma sensación, y a eso del quinto capítulo ya habíamos decidido que no seguíamos. Como parece que muchos espectadores estaban en la misma situación, los responsables parece que han optado por cerrar la serie en la segunda temporada. Y gracias a eso los últimos capítulos han cobrado fuelle e interés, empezando por el sexto, el mejor de la serie, en que se nos hace un flashback al momento de la singularidad. A partir de aquí, la serie coge algo de ritmo, principalmente porque todo parece encajar, y el final está razonablemente bien.

La serie tiene dos temporadas (no creo que haya más) de 10 episodios de 55 minutos de duración. El que se asome ella, sea consciente de 12 ó 13 episodios de los 20 se le van a hacer muy largos.

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