martes, 5 de febrero de 2019

Serie: Mindhunter

Estamos ante una serie policíaca algo atípica, con un planteamiento a priori muy atractivo. De la misma forma que Manhunter: Unabomber, se centra en la adopción de una técnica pionera para la resolución de crímenes. En Unabomber, se utiliza el análisis de la escritura para tratar de identificar al autor de un escrito. En Mindhunter, la técnica que se empieza a utilizar es la del perfil psicológico, sobre todo para asesinos en serie.

Así pues, nos traslada a los años 70, donde un par de policías, espontáneamente y en su tiempo libre, empiezan a entrevistar a este tipo de criminales, para tratar de conocer mejor sus motivaciones y experiencias. En unos cuantos capítulos, la investigación atraerá la atención de su supervisor para transformarse en un programa formal, dotado de fondos y con la colaboración de una psicóloga de prestigio. Los dos policías son Holden Ford (interpretado por Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany), y la psicóloga es Wendy Carr (Anna Torv).

Pues bien, sobre este planteamiento tan sugerente, lo cierto es que la serie no acaba de cuajar, al menos para mi gusto. La narración se estructura básicamente en torno a los interrogatorios que hacen Ford y Tench a distintos asesinos en serie (son personajes reales, por cierto), completada con algunos casos en que echan una mano a las policías locales trazando un rudimentario perfil del posible asesino. Uno de los problemas, para mí, es que no se acaba de ver con claridad la conexión entre el análisis psicológico de cada caso y lo que van aprendiendo con las entrevistas.

Así pues, dado que los casos no tienen demasiada complejidad (se resuelven en un capítulo), lo más interesante de la serie son las citadas entrevistas. Y es cierto que cuando estas entrevistas funcionan, la serie es de lo más absorbente. Así ocurre en el segundo y tercer capítulo cuando se entrevistan con Edmund Kemper, interpretado magníficamente por Cameron Britt. Desgraciadamente, ese nivel no lo vuelven a conseguir en otras entrevistas, como en la de Richard Speck (en el capítulo 9) o la de Jerry Brudos, el asesino obsesionado por los zapatos (capítulos 7 y 8), y el interés se va difuminando entre problemas administrativos y personales de los protagonistas. Una pena, porque la serie era muy prometedora. 

Hay anunciada segunda temporada, pero aún no tengo claro que la vaya a ver.

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