Tenía ganas de leer alguna novela histórica que describiera la Revolución Francesa, y tenía localizada esta, aunque sin demasiadas expectativas de que fuera lo que iba buscando. Pero, miren ustedes, esta vez si he acertado, y de qué manera.
Bajo el pseudónimo Erckaman-Chatrian se encuentran, en realidad, dos escritores, Émile Erckmann y Alexandre Chatrian, del siglo XIX. Veo que fueron bastante prolíficos, y que son de Alsacia-Lorena, lugar precisamente de donde es el paisano protagonista de esta serie de novelas.
En esta primera parte, lo que ocurre es que se convocan los Estados Generales, y a continuación se constituyen. La parte dedicada puramente a la historia del protagonista, Michel Bastian, la verdad es que me resulta indiferente, o al menos me lo ha resultado en esta primera parte, porque, como digo, lo que me interesa es comprender cómo se gestó y transcurrió la Revolución Francesa. Y esto lo cubre de forma excelente la novela.
El comienzo de la novela es brutal, pues los autores nos trazan en unas cuantas páginas la terrible situación fiscal a que estaba sometida la mayor parte de la población de Francia de la época. El listado es tremebundo. No recojo todo, solo algunos detalles, como las prestaciones personales "Aucun journalier n’en venait à bout. Après les corvées de la charrue, des semailles, du sarclage, de la fauchée, du fanage, du voiturage,– et, dans les pays vignobles, encore celles des vendanges" o el uso de los bienes del señor "Si je parlais encore du four banal, du moulin banal, du pressoir banal, où tout le village était forcé d’aller cuire, moudre ou presser, moyennant une redevance, bien entendu ; si je parlais du bourreau, lequel avait droit à la peau de toute bête morte ; et enfin de la dîme, ce qu’on peut se figurer de pire, puisqu’il fallait donner aux curés la onzième gerbe,". En palabras de los autores, "si je parlais de toutes ces charges, et de mille autres écrasant les populations des campagnes, cela ne finirait pas !"
Además, nos cuentan en concreto como había sido el proceso para la comarca de Alsacia-Lorena que habita el protagonista. Un tipo, Georges-Jean de Weldentz, prometió propiedades a toda la gente que viniera a instalarse allí. Cuando se le llenó aquello de gente, vendió la propiedad a los duques de Lorena, y desde ese momento la gente quedó atada a la propiedad en régimen feudal, haciendo que "les pauvres gens travaillèrent de père en fils depuis 1583 jusqu’en 1789, au profit des ducs de Lorraine et des rois de France, pour avoir écouté les promesses..., ". O sea, no solo nos cuentan la terrible situación, sino también como se había abusado de la gente para llegar a ella.
A los franceses les tocaba trabajar de sol a sol para sobrevivir apenas, sin capacidad remota de ahorro, mientras sus señores, rey, nobles e iglesia, se pegaban la vida padre a costa de todos los impuestos y cargas, de los que, para más INRI, estaban exentos. Aunque no lo parezca, la situación actual es bastante similar formalmente, bajo una clase explotadora que es la de los políticos. La diferencia es, por supuesto, que generamos muchísima más riqueza que antes, lo que permite a la mayoría de la gente vivir razonablemente bien, pese a que posiblemente el expolio sea mayor en términos relativos.
Pese a todo, y también exactamente como en la actualidad, el Estado francés, o sea, el rey, había adquirido una deuda que ya no se podía pagar. La solución que se les ocurrió, adivinen, fue poner un nuevo impuesto, en este caso sobre las tierras. El problema que tuvieron es que tierras tenían muchas gentes con un cierto nivel de educación, y estos sí conocían las leyes, por lo que exigieron la convocatoria de Estados Generales para la aprobación del nuevo impuesto: "c’étaient des juges, des gens graves, économes et vivant entre eux, ces juges furent indignés de voir qu’on voulait leur faire payer les folies des autres. Ils s’opposèrent donc à l’imposition des terres, déclarant qu’il fallait des états généraux pour consentir les impôts, ce qui signifiait que tout le monde, ouvriers, paysans, bourgeois et nobles, devaient voter ensemble pour donner leur argent."
Y, de paso, se dieron cuenta, nos dice el paisano, de que todos los impuestos que les habían puesto en los últimos dos siglos habían sido ilegales, puesto que no había convocatoria de Estados Generales desde hacía 150 años. Otro aspecto adicional de la brutalidad del abuso en Francia para con su población. Magníficos los Borbones.
En la convocatoria de los Estados Generales, es de señalar el importante papel jugado por la Rendición de Cuentas de Jacques Necker en 1871.
Constatada la tremenda situación, la novela se embarca en cosas de menos interés, como la elección de los delegados o la propia vida de Michel y familia, hasta que, cuando uno ya está perdiendo la esperanza de que nos vayan a contar algo de interés, pues Michel permanece en Alsacia, llega la carta de Claudet, el representante que ellos han enviado a los Estados Generales.
En esta carta, que ocupa el último tercio de la novela, se nos cuenta perfecta y vívidamente cómo se alcanza la situación revolucionaria. Está claro que la pretensión del rey y los dos primeros estados era cumplir con la formalidad para poder sajar a la ciudadanía, y para ellos es todo un paripé. El Tercer Estado, que parece actuar de buena fe, reclama constantemente la constitución formal de los Estados Generales para poder debatir, no solo sobre los impuestos, sino sobre los derechos y deberes de cada parte. Sin embargo, nobleza y clero se dedican a marear básicamente la perdiz,
Hasta que el Tercer Estado, liderado por Mirabeau, toman la sabia decisión de constituirse en Estados Generales con independencia de lo que hagan los otros dos Estados. Y la primera decisión formal que toman es mantener los impuestos existentes, pese a su ilegalidad, hasta la disolución de la Asamblea "Passé lequel jour toute levée d’impôts cesserait dans toutes les provinces du royaume, par le seul fait de la dissolution."
De esta forma, se garantizan su continuidad, en un terrible ambiente en que los ejércitos se acercan a Paris, pero contando con el apoyo de la gente en general (por cierto, las propias ciudades habían ido formando sus guardias urbanas precisamente para defender las decisiones que se tomaran en la Asamblea Nacional).
Resultan patéticas las triquiñuelas que hacen rey y nobles para impedir que progrese la Asamblea: desde cerrarles el salón de reuniones del palacio (razón por la que se trasladan a la famosa sala del Juego de Palma) hasta mandar operarios para montar escándalo. Claro que lo más ruin es cuando el rey les anula las restricciones de poderes que les habían otorgado a los delegados en cada una de las regiones (esto es, eran representantes pero solo podían actuar dentro de lo que les dejaban, contrástese con el poder de nuestros diputados en la actualidad). " De sorte que chacun de nous pouvait faire ce qui lui plaisait : accorder des subsides, voter des impôts, aliéner les droits de la nation," Una vez hecho eso, hubiera sido trivial comprar las voluntades de los representantes, pero estos se negaron.
Cuando se quieren dar cuenta los nobles, la cosa se ha escapado de su control, y no les queda más remedio que unirse a la Asamblea Nacional, y la legitimación es completa, Al poco, sacarán su "DÉCLARATION DES DROITS DE L’HOMME ET DU CITOYEN", también recogida en el libro.
Y así, en lo más emocionante, termina la primera parte. Obviamente, ya estoy con la segunda y la llevo bien avanzada, lo que demuestra el entusiasmo que me está causando esta novela. No sé si hace falta alguna recomendación más explícita.
Una última nota: leyendo la Declaración de los Derechos del Hombre, es relativamente fácil entender porque dio lugar a consecuencias tan catastróficas en los 100 años siguientes, e incluso en la actualidad. Pero esto ya lo trataré debidamente en otro foro. Una pista: véase el artículo 6.