martes, 3 de junio de 2008

Inflación alta y tipo de interés alto: ¿pero es posible?

Las noticias de la última semana nos mostraron un panórama difícil de explicar desde el punto de vista de la economía neoclásica (Keynesiana). Nos encontramos con una inflación en ascenso (medida por el IPC, en el 4,7%) y con unos tipos de interés también creciendo (MIBOR en torno al 5%, pese a que los tipos de referencias del BCE se mantiene).

Atendiendo a la macroeconomía que estudié en Económicas (y si es que me enteré bien, que podría ser que no), los tipos de interés y la inflación siguen sendas más o menos opuestas. Dado que el tipo de interés viene a representar el precio del dinero, una bajada en los tipos de interés, abarata la pasta y, al haber más pasta circulando, hace que suban los precios (y, en consecuencia, la inflación). Por el contrario, si se suben los precios de interés, se controla la inflación, dado que baja la demanda de dinero.

¿Cómo es, pues, posible que suban a la vez la inflación y los tipos de interés? ¿No hay ningún economista clásico por ahí que nos lo pueda explicar? Eso es lo malo de basarse en teorías económicas ad hoc y que no se incardinan dentro de ningún corpus. Vamos, en teorías económicas falsas, pero que vienen muy bien a los Gobiernos para justificar sus intervenciones.

Desde el punto de vista austriaco, la explicación de la paradoja es inmediata. Primero, no hay relación alguna (al menos, directa) entre inflación y tipos de interés. La inflación la genera el Gobierno mediante la impresión de billetes nuevos (alguien diría falsos) que acrecienta el dinero en circulación y, eventualmente, dado que la riqueza real no ha crecido, los precios de los bienes.

Por su parte, los tipos de interés son un precio, sí, pero no del dinero. El tipo de interés refleja la preferencia temporal de los individuos. Siendo el mismo bien, siempre preferiremos tenerlo antes que más tarde. Sin embargo, estamos dispuestos a retrasar su disposición a cambio de un precio, que se mide con el tipo de interés. Este tipo aplica al dinero, como caso particular de bien, pero permea todos los sectores de la economía.

Por tanto, inflación y tipo de interés no tienen nada que ver, y pueden subir o bajar a la vez, o al contrario, sin ningún tipo de causalidad. La inflación dependerá del Gobierno; el tipo de interés, de las preferencias de los individuos.

En la situación actual, los Gobiernos (léase bancos centrales) se empeñan en meter dinero al sistema a partir del tipo de interés de referencia. Por tanto, sube la inflación. Sin embargo, los individuos (reflejados en los bancos y su MIBOR) hemos aumentado la preferencia por el presente, porque vemos que llegan tiempos duros. Por eso sube el tipo de interés. Y ya pueden los bancos centrales bajar su tipo de referencia, que eso no altera nuestra preferencia por el presente.

Dicho esto, creo que estamos en condiciones de tratar de comprender las causas de la crisis actual, aspecto al que no me resisto a dedicar una entrada en mi blog. Otro día, tranquilos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

La economía neoclásica no es keynesiana. Para eso están los neokeynesianos.

Ferhergón dijo...

Espero que me sepan disculpar las imprecisiones de historia económica que cometa en esta y otras entradas.
Me interesa más la discusión conceptual. De todas formas, encantado de que nos aclares con precisión donde termina lo neoclásico y comienza lo keynesiano, y lo neokeynesiano.

Ferhergón dijo...

Ah, lo que mejor evitamos es lo de insultos, que somos mayorcitos y tenemos modales.
Si hay que insultar, mejor identificándose, que desde el anonimato es muy cómodo, ok?
De momento, me cargo el comentario del otro anónimo.

Anónimo dijo...

De hecho es lo normal.

Sube la inflación, suben los precios, ¿cómo se puede combatir? Subiendo los tipos de interés. Al final, inflación y tipos serán altos.

Según vaya disminuyendo la inflación, los tipos podrán bajarse al mismo ritmo.

Anónimo dijo...

Claro, claro, claro... ya estamos en condiciones ¬¬)

Ôo-~

Anónimo dijo...

A mí también me ha chocado ver neoclásico = keynesiano. Cuando estudie Macroeconomía I (hace ya algún tiempo) analizabamos dos modelos: el neoclásico y el keynesiano.

Por supuesto, nada de economía austriaca ;)

Juan dijo...

Es verdad que si los individuos aumentan su preferencia por el presente sube más el tipo de interés: aumenta la demanda de dinero, y nadie quiere prestar y todo el mundo quiere pedir prestado, para vivir el presente, que son dos días: ¡carpe diem!
Imaginemos que el dinero son piñas y todos queremos comer piñas y más piñas y nadie quiere prestarlas --> las piñas/dinero serán más caras, y su precio es el tipo de interés.
Sin embargo, el papel del Banco Central es muy importante, pues él es el árbol del que todos cogemos las piñas (perdón por la simplificación; en la realidad el dinero/piña se puede multiplicar, algo que no sucede en nuestro ejemplo).
Si el árbol da más piñas, pero todos queremos acumular más y más piñas, es verdad que el precio de las piñas no bajará (el tipo de interés). Sin embargo, los keynesianos (dejemos a un lado si son neokeynesianos y keynesianos viejos) creen que si el árbol da una enorme cantidad de piñas al final el precio de las piñas bajará, por mucha que sea nuestra ansia de acumular: es decir, si el banco central mete más dinero en la economía el tipo de interés bajará, eso es de cajón. La cuestión es que quizá esa cantidad de dinero tenga que ser enorme, pero en fin, eso ya es otra cuestión.
Otra cuestión es también el efecto del dinero sobre los precios de los otros bienes (si hay muchas piñas circulando los que tengan otras cosas -digamos, plátanos- pedirán muchas piñas a cambio, y el precio de los plátanos aumentará --> tendremos la temida inflación).
Desde luego, negar la influencia del Banco Central en el tipo de interés no se sostiene lógicamente, en mi opinión.
Si queréis saber más sobre la diferencia entre clásicos y keynesianos os recomiendo los capítulos 9 y 14 del libro de Economía de Edelvives de 1º de Bachillerato (los ha escrito un servidor).
Un saludo a todos.

Anónimo dijo...

Juan (Profe): tu ejemplo no nos vale, porque hay una gran diferencia entre las piñas y los billetes: las piñas tienen valor por sí mismas, los billetes no. El árbol de piñas incrementa la producción de la economía al dar más piñas; el BCE, no.