sábado, 5 de enero de 2019

Historia de un Alemán ("Geschichte eines Deutschen"), de Sebastian Haffner

Llego a este libro y autor gracias a una columna de Jesús Cacho. Como siempre estoy ayuno de libros en alemán que me puedan resultar interesantes más allá de la mera práctica en tan hostil idioma, me tiro en picado sobre cualquier cosa que aparezca recomendada en relación con los problemas actuales.

En este caso, se trata de la autobiografía del autor, un alemán como indica el título, en el periodo que va desde la Primera Guerra Mundial hasta los primeros días de la toma del poder por Hitler (1933), momento en que parece que abandonó su país. En cierta forma, cubre el mismo periodo que Zweig en su magnífico "El mundo de ayer" y nos cuenta cosas similares, por lo que añade poco, aunque alguna cosa, al que ya haya leído a Zweig.

Una vez más viviremos la Gran Guerra desde el ámbito urbano, y los tiempos surrealistas de la hiperinflación alemana. Y también lo haremos desde la perspectiva del individuo libre, con independencia de su ideología, que va siendo aplastado por la maquinaría del Estado.

Para los que hayan visto la serie Berlin Babylon, este libro tiene el aliciente de describirnos más históricamente el periodo en que dicha serie transcurre, e incardinar sus sucesos en un horizonte más amplio. Por ejemplo, las ilusiones que había despertado Rathenau antes de su asesinato. O el surgimiento de los Freikorps como reacción a la revolución roja y el temor a los comunistas, cuerpo que ya en la serie se muestra como un precedente del nazismo.

Respecto a Zweig, este libro nos muestra efectos más íntimos de los distintos sucesos. Se nota que Zweig estaba de viaje por el mundo mientras se iba preparando el terreno para el nazismo, porque en sus memorias habla relativamente poco de ello.

Lo primero que nos cuenta Haffner es su experiencia infantil durante la Primer Guerra  Mundial, que básicamente veían (los niños) como una especie de mundial de fútbol, en que en vez de goles se contaban víctimas. Era emocionante ir por las mañanas a ver en las comisarías o cuarteles cómo iba la cosa. También nos cuenta el enorme desengaño cuando llegó la derrota, algo inesperado para los niños a la luz de los "resultados" que habían ido viendo cada día. Claro, como que les iban a decir lo que realmente estaba pasando una vez empezaron a ir perdiendo; hay que mantener la moral de la población ante todo.

Luego pasamos a la ilusión de Rathenau, la hiperinflación, y su final gracias al ministro Streseman. Tras esto, Haffner habla de los únicos años que para él fueron de verdadera paz, aunque dice que se estaba sembrando la semilla nazi desde los propios clubs de deporte que tanto se extendieron.

Y a partir de aquí, la cosa se empieza a poner muy negra, hasta que llega el nombramiento de Hitler. Nos dice, en una de esas frases para recordar, referido al tiempo anterior a Hitler: "Es war eine Zeit, in der eine trübe Gegenwart nur durch die Aussicht auf eine grauenvolle Zukunft gemildert wurde."("Era una época en que el presente triste era solo soportable mediante la anticipación de un futuro terrible", traducción propia)
 
Y, sin embargo, con la llegada de Hitler nada cambió, al principio. No solo eso, si no que coincidió con una primavera espectacular, por lo que la gente estaba en continúa celebración. Pero es a partir de este momento cuando el relato de Haffner empieza a cobrar su verdadero interés, gracias a la atención al detalle, incluso psicológico, del autor, y a su sutil análisis.
 

Por un lado, hay un gran foco en cómo se hace con el control de la justicia el partido Nazi. Es lógico, puesto que Haffner trabaja en un juzgado y lleva muchos años preparándose para ser funcionario de justicia. Aquí puede observar de primera mano con qué facilidad se pueden corromper órganos de prestigio centenario, como era la justicia de Berlín, tradicionalmente independiente del poder político. De hecho, Haffner cuenta la historia del molinero al que le quería expropiar su molino el rey Fridericus, y como aquel le decía que jamás sería posible mientras existiera la justicia de Berlín. Pues bien, la independencia judicial queda ventilada en cuestión de meses o semanas.
 

Por otro lado, Haffner disecciona psicológicamente la conversión de muchas personas en nazis. Le angustia pensar que Hitler ha llegado al poder sin mayoría democrática que lo soporte, y como es posible que la sociedad de repente parezca mayoritariamente nazi. Algo que bien podría estar pareciendo que pasa ahora en España con el señor Pedro Sánchez y los sondeos de Tezanos, pero que hemos podido refutar (aparentemente) con los resultados de las elecciones andaluzas.
 

Un tercer punto es especialmente llamativo para los que trabajamos en el ámbito regulatorio. Estamos acostumbrados a discutir sobre lo que habría que hacer con la red de un operador, o con el salario mínimo, o con los impuestos. Imaginemos ahora que la discusión fuera sobre qué hacer con los judíos, o con los morenos. Pues eso es lo que pasaba en la Alemania Nazi: una discusión sobre la cuestión judía (die Judenfrage) como su estuviéramos hablando, no sé, del déficit del sistema eléctrico. Terrible, realmente terrible, pero es a lo que nos puede llevar el sistema democrático, claro.
Esta situación llega a su momento más intenso (y tenso) en una conversación que tiene Haffner en su círculo de amigos (todos compañeros del ámbito judicial), uno de ellos judío, y en la casa de éste. Tal vez el mejor momento del libro.
 

El libro termina con la visita de una antigua amiga, Teddy, de vuelta a Berlín desde Paris antes de casarse, a la que tiene que explicar por qué se esconde en el pasillo de una casa al aproximarse una bandera con la esvástica (que es obligatorio saludarla, algo que no quiere que hagan). Y aquí se acaba: Haffner está angustiado por la situación, pero no sabe nada del futuro que le espera a Alemania, a muchos judíos y no judíos, y a los europeos. Eso sí, lo que ve en el momento no le gusta nada de nada.
 

Os dejo una frase que describe el estado de espíritu de Haffner en algunos momentos del comienzo del régimen Nazi, con la que estoy seguro se pueden identificar muchos residentes de Cataluña en la actualidad: "Räuber und Mörder als Polizei auftretend, bekleidet mit der vollen Staatsgewalt; ihre Opfer als Verbrecher behandelt, geächtet und im Voraus zum Tode verurteilt".("Ladrones y asesinos entrando como policías, investidos con todo el poder del Estado; sus víctimas tratados como delincuentes, proscritos y condenados a muerte por adelantado", traducción propia)


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