Comentaba con un amigo en la comida que el gran intervencionismo del estado en la economía empezó a finales del siglo XIX y se desarrolló durante el XX, por lo que es un fenómeno relativamente reciente. Y en los dos asomó el mismo pensamiento: precisamente en el siglo en que ha aumentado espectacularmente el desarrollo de la humanidad. Así que el Estado no es tan malo.
La primera respuesta que surge ante esta aparente paradoja es la que da Bastiat en su indispensable "Ce qu'on voit et ce qu'on ne voit pas": este es el desarrollo que vemos, tras la intervención del gobierno; lo que no podemos es saber cómo hubiera sido ese desarrollo sin la continua intervención del Estado. Los Austriacos nos dicen que mucho más adaptado a nuestras necesidades.
Pero es que, sigue la reflexión, no es necesariamente este siglo el que más desarrollo ha tenido en la historia de la humanidad. De hecho, no creo que podamos saberlo. Supongo que a finales del siglo XVI, a sus habitantes les parecería que el desarrollo conocido desde el siglo XV no tenía parangón. Así se ha tenido el Renacimiento o el Siglo de las Luces, o la Pax Romana. En conclusión, resulta muy difícil medir objetivamente el desarrollo de un determinado periodo de tiempo y compararlo con otro.
¿Qué es más importante, la invención de la rueda, o el desarrollo de la sociedad de la información? ¿El control del fuego o los aviones? ¿Cuál de dichos avances tecnológicos supuso en su momento un mayor salto cualitativo? No parece fácil contestar a dichas cuestiones.
Si sabemos, sin embargo, que, para un bebé, constituye un mayor salto cualitativo comenzar a andar a hablar, que, para un niño más mayor, aprender matemáticas. En perspectiva esto parece mentira, pero es así. Intuyo que es más difícil inventar la rueda que, dada la rueda, inventar el coche. Y me surge la duda de si, con la intervención estatal minando la innovación, se hubiera llegado a inventar la rueda en el siglo XX: igual alguien hubiera dicho que es un monopolio y se le hubiera sancionado.
En conclusión, no soy capaz de concluir empíricamente que el siglo XX ha sido el de menor desarrollo relativo de la humanidad, aunque intuyo que podría ser así. Y lo intuyo porque la teoría económica lo predice. Bueno, no soy experto en historia, no sé si habrá habido otros siglos con un grado similar de coerción para tantos individuos.
Pero vuelvo a lo mismo, que nadie piense que este desarrollo se debe en grado alguno a la actividad de los Estados, sino que posiblemente ha quedado disminuido como consecuencia de la misma.
miércoles, 30 de abril de 2008
lunes, 28 de abril de 2008
Sobre las verdaderas causas de la inflación
Hay un claro punto de inflexión en lo referente a mi visión del Estado. Es el momento en el que leí el capítulo correspondiente a la inflación de la "Economía en una Lección", de Thomas Hazzlitt. En ese momento me di cuenta de lo engañados que nos tienen los gobiernos, y de lo realmente peligrosa que es esta situación.
En efecto, Hazzlitt explica algo tan simple como que la inflación es causada por los gobiernos mediante la impresión de billetes, de dinero falso, que no tiene ningún reflejo en la riqueza del país. Esa mayor cantidad de dinero en circulación hace que los precios de todos los bienes tiendan a subir sobre una situación en la que dicha "inflación" no se hubiera producido. Y es que inflación viene de "inflar", y es algo activo, causado por alguien, no una ley natural del mercado.
Hasta el momento en que leí dicho capítulo, yo pensaba, como el común de los mortales, que la subida de precios era algo natural, y que los gobiernos hacían grandes esfuerzos por luchar contra ella, con reformas estructurales y demás zarandajas. Pero tras comprender lógicamente los fundamentos de la inflación me di cuenta de la gran estafa a que en esto nos tienen sometidos los gobiernos. Y si en esto nos engañan, ¿en qué no? Ya solo es cuestión de mirar las cosas con más cuidado, como hace Hazzlitt en su libro.
Más peligroso aún: en unos cuantos años, y si la tradición austriaca de la teoría económica no sobrevive, las generaciones venideras, educadas por las legiones de economistas neoclásicos que monopolizan el conocimiento económico, pensarán que la inflación(y tantas otras cosas) son lo normal. No se darán cuenta de que son producto del mismo Gobierno que les engaña.
PS: Por supuesto, al Gobierno le interesa la inflación porque es la forma más barata de financiarse, ya que no incrementa los impuestos visibles. Pero no se olvide: la inflación es el impuesto de los pobres.
En efecto, Hazzlitt explica algo tan simple como que la inflación es causada por los gobiernos mediante la impresión de billetes, de dinero falso, que no tiene ningún reflejo en la riqueza del país. Esa mayor cantidad de dinero en circulación hace que los precios de todos los bienes tiendan a subir sobre una situación en la que dicha "inflación" no se hubiera producido. Y es que inflación viene de "inflar", y es algo activo, causado por alguien, no una ley natural del mercado.
Hasta el momento en que leí dicho capítulo, yo pensaba, como el común de los mortales, que la subida de precios era algo natural, y que los gobiernos hacían grandes esfuerzos por luchar contra ella, con reformas estructurales y demás zarandajas. Pero tras comprender lógicamente los fundamentos de la inflación me di cuenta de la gran estafa a que en esto nos tienen sometidos los gobiernos. Y si en esto nos engañan, ¿en qué no? Ya solo es cuestión de mirar las cosas con más cuidado, como hace Hazzlitt en su libro.
Más peligroso aún: en unos cuantos años, y si la tradición austriaca de la teoría económica no sobrevive, las generaciones venideras, educadas por las legiones de economistas neoclásicos que monopolizan el conocimiento económico, pensarán que la inflación(y tantas otras cosas) son lo normal. No se darán cuenta de que son producto del mismo Gobierno que les engaña.
PS: Por supuesto, al Gobierno le interesa la inflación porque es la forma más barata de financiarse, ya que no incrementa los impuestos visibles. Pero no se olvide: la inflación es el impuesto de los pobres.
domingo, 27 de abril de 2008
Liberales calumniados
Las palabras son traicioneras, y más cuando son usadas por individuos con espíritu socialista (entiéndase, de los que buscan imponer "sus" intereses colectivos a los restantes individuos).
A raiz de la crisis que estamos comenzando a sufrir, se oye mucho la descalificación del liberal. Según los denunciantes, el liberal quiere libertad cuando las cosas le van bien, e intervención gubernamental cuando le vienen mal. Evidentemente, el sujeto con este discurso lo que básicamente es, es un listo. De liberal no tiene nada, porque la estrategia típica es convertir sus intereses en los colectivos de la nación.
Lo más gracioso es que, en la actualidad, y teniendo en cuenta que los principales sufridores de la crisis, de momento, son los bancos, se tilda de liberales a estas entidades. Liberales los agentes financieros!!!! Que me troncho.
A los que estén pensando en atacar de nuevo al sistema capitalista en la cabeza de estos "liberales", que piensen primero cuál es el modelo de negocio de los bancos, cómo hacen pasta. Breve recordatorio: los bancos cogen recursos mediante depósitos de sus clientes, y los distribuyen en forma de préstamos a otros clientes, quedándose con el diferencial entre la remuneración de lo primero y lo que cobran por lo segundo.
Pero, y esto es lo gracioso, por obra y gracia de los Gobiernos, pueden prestar MÁS recursos de los que realmente han obtenido de sus clientes. Solo tienen obligación de mantener en caja un reducido porcentaje de lo que han recibido en depósito. Vamos, que si yo deposito mañana 10.000 Euros en el banco, este puede dar préstamos por valor de 9.000, manteniendo en caja solo 1000 de mis 10.000. El negocio es "cojonudo", aunque alguien con cierta objetividad lo podría calificar de estafa. Porque, ¿qué pasa si de repente les pido que me devuelvan mis 10.000?
Y este negocio es legal, simplemente por que los Gobiernos lo autorizan (y, se supone, que lo respaldan, eso sí, a costa de todos los ciudadanos). Así pues, quien ose calificar a la banca de liberal está, ciertamente, burlándose se su audiencia.
PS: Y no hemos necesitado siquiera referirnos a la privilegiada relación que tienen con los bancos centrales, los monopolistas en la emisión de dinero.
A raiz de la crisis que estamos comenzando a sufrir, se oye mucho la descalificación del liberal. Según los denunciantes, el liberal quiere libertad cuando las cosas le van bien, e intervención gubernamental cuando le vienen mal. Evidentemente, el sujeto con este discurso lo que básicamente es, es un listo. De liberal no tiene nada, porque la estrategia típica es convertir sus intereses en los colectivos de la nación.
Lo más gracioso es que, en la actualidad, y teniendo en cuenta que los principales sufridores de la crisis, de momento, son los bancos, se tilda de liberales a estas entidades. Liberales los agentes financieros!!!! Que me troncho.
A los que estén pensando en atacar de nuevo al sistema capitalista en la cabeza de estos "liberales", que piensen primero cuál es el modelo de negocio de los bancos, cómo hacen pasta. Breve recordatorio: los bancos cogen recursos mediante depósitos de sus clientes, y los distribuyen en forma de préstamos a otros clientes, quedándose con el diferencial entre la remuneración de lo primero y lo que cobran por lo segundo.
Pero, y esto es lo gracioso, por obra y gracia de los Gobiernos, pueden prestar MÁS recursos de los que realmente han obtenido de sus clientes. Solo tienen obligación de mantener en caja un reducido porcentaje de lo que han recibido en depósito. Vamos, que si yo deposito mañana 10.000 Euros en el banco, este puede dar préstamos por valor de 9.000, manteniendo en caja solo 1000 de mis 10.000. El negocio es "cojonudo", aunque alguien con cierta objetividad lo podría calificar de estafa. Porque, ¿qué pasa si de repente les pido que me devuelvan mis 10.000?
Y este negocio es legal, simplemente por que los Gobiernos lo autorizan (y, se supone, que lo respaldan, eso sí, a costa de todos los ciudadanos). Así pues, quien ose calificar a la banca de liberal está, ciertamente, burlándose se su audiencia.
PS: Y no hemos necesitado siquiera referirnos a la privilegiada relación que tienen con los bancos centrales, los monopolistas en la emisión de dinero.
sábado, 26 de abril de 2008
Informativos "desinformativos"
Hace tiempo que trato de evitar los telediarios. Me resultan una verdadera estafa, al servicio del orden existente. La mayor parte de las noticias "importantes" son sobre lo que han hecho o dicho nuestros queridos políticos. Pero es que a estas noticias "importantes" dedican unos 10 minutos, si es que llega.
Luego vienen memeces y especie de cotilleos, que consiguen relativizar completamente las noticias de las previas que realmente fueran importantes. Vamos, dedican el mismo tiempo a hablar de la subida del IPC que del rescate de tres gatitos por los bomberos de Alcoy. Y después, por fin, los depor..., digo, el fútbol. Aquí si que tenemos información al detalle para aburrir, no hay polémica absurda de la que no estemos al día.
Estos son los informativos que tenemos y, posiblemente, los que los españoles nos merecemos. Pues cabe pensar que, al menos los agentes privados presentes en el sector audiovisual, se guian por las preferencias de los televidentes.
Cuando hace un rato escuchaba el telediario de Tele 5 en la habitación de al lado, no he podido más que recordar otra vez estas reflexiones. Fernando Alonso era la noticia del día. Hoy solo existe Fernando Alonso (para Tele 5, seguro que las otras cadenas no han hablado de él, puesto que, aunque sea noticia, mañana no retransmiten la carrera del asturiano). Han hablado de Fernando Alonso al principio, en el medio (no sé con qué disculpa) y al final.
¿Qué pasa en Sudán? ¿Dormirán bien esta noche los vecinos de San Sebastián? ¿Ha avanzado algo la libertad en Cuba o Corea del Norte? ¿Se recuperan de sus inundaciones en Bangladesh? ¿Dónde viven ahora los vecinos del Montcarmel o los de Hospitalet? Who cares?
Luego vienen memeces y especie de cotilleos, que consiguen relativizar completamente las noticias de las previas que realmente fueran importantes. Vamos, dedican el mismo tiempo a hablar de la subida del IPC que del rescate de tres gatitos por los bomberos de Alcoy. Y después, por fin, los depor..., digo, el fútbol. Aquí si que tenemos información al detalle para aburrir, no hay polémica absurda de la que no estemos al día.
Estos son los informativos que tenemos y, posiblemente, los que los españoles nos merecemos. Pues cabe pensar que, al menos los agentes privados presentes en el sector audiovisual, se guian por las preferencias de los televidentes.
Cuando hace un rato escuchaba el telediario de Tele 5 en la habitación de al lado, no he podido más que recordar otra vez estas reflexiones. Fernando Alonso era la noticia del día. Hoy solo existe Fernando Alonso (para Tele 5, seguro que las otras cadenas no han hablado de él, puesto que, aunque sea noticia, mañana no retransmiten la carrera del asturiano). Han hablado de Fernando Alonso al principio, en el medio (no sé con qué disculpa) y al final.
¿Qué pasa en Sudán? ¿Dormirán bien esta noche los vecinos de San Sebastián? ¿Ha avanzado algo la libertad en Cuba o Corea del Norte? ¿Se recuperan de sus inundaciones en Bangladesh? ¿Dónde viven ahora los vecinos del Montcarmel o los de Hospitalet? Who cares?
jueves, 24 de abril de 2008
L'écriture ou la vie
Hay libros que a uno se le atrancan y que suponen una liberación cuando se terminan. Alguno dirá que para eso, mejor dejarlo sin terminar, pero eso es algo que supera mis fuerzas: si empiezo un libro, tengo que terminarlo. Hombre, ha habido dos o tres excepciones, pero casi siempre aguanto hasta el final.
El planteamiento de este libro de Semprun parece directo, pero en realidad es un libro muy complejo de seguir, donde Semprun anida recuerdos sobre recuerdos: recuerda que en una fiesta se acordó de una mujer, y así, con sus saltos nada explícitos en el tiempo.
Además, la mayor parte de las cosas que cuenta no me parecen nada interesantes: casi siempre es sobre la influencia que determinados autores tienen en algunos momentos de su vida. Solo se engancha un poco la trama cuando cuenta episodios de su pasado comunista.
Lo mejor del libro es el descubrimiento del autor: un tipo super culto, que maneja alemán, francés, inglés, aparte de su lengua materna. Por cierto, su obra está en francés, y no muy traducida, hasta donde yo sé.
No es muy explícito en su abandono del comunismo, y se refiere solo lateralmente a su paso por el Ministerio de Cultura. Pero, ciertamente, resultaba muy extraño que alguién tan leído, comulgara con los ideales comunistas, una vez superados los momentos de tierna juventud.
En fin, ya lo termino. Y creo que no puedo recomendarlo.
El planteamiento de este libro de Semprun parece directo, pero en realidad es un libro muy complejo de seguir, donde Semprun anida recuerdos sobre recuerdos: recuerda que en una fiesta se acordó de una mujer, y así, con sus saltos nada explícitos en el tiempo.
Además, la mayor parte de las cosas que cuenta no me parecen nada interesantes: casi siempre es sobre la influencia que determinados autores tienen en algunos momentos de su vida. Solo se engancha un poco la trama cuando cuenta episodios de su pasado comunista.
Lo mejor del libro es el descubrimiento del autor: un tipo super culto, que maneja alemán, francés, inglés, aparte de su lengua materna. Por cierto, su obra está en francés, y no muy traducida, hasta donde yo sé.
No es muy explícito en su abandono del comunismo, y se refiere solo lateralmente a su paso por el Ministerio de Cultura. Pero, ciertamente, resultaba muy extraño que alguién tan leído, comulgara con los ideales comunistas, una vez superados los momentos de tierna juventud.
En fin, ya lo termino. Y creo que no puedo recomendarlo.
miércoles, 23 de abril de 2008
Comunidad de vecinos vs Estado: otra paradoja más
Nada, y vuelvo con lo de los intereses particulares. Si es que es un tema que da mucho juego y que está en la raiz de los problemas que nos aquejan. Además, conforme miramos a nuestro alrededor, no hacemos más que encontrar paradojas, que prueban por continua reducción al absurdo, la imposición que supone el Estado, y con la que todos nos hemos acostumbrado a vivir.
La mayor parte tenemos el privilegio de formar parte de una Comunidad de Vecinos, a las que incluso nos puede haber tocado presidir. Y, si hemos tenido la paciencia de asistir a sus reuniones, conocemos los enormes "pollos" que se montan entre vecinos por cosas de mayor o menor significancia, como aprobar una derrama extraordinaria o subir un 5% la cuota mensual, o el color de las ventanas en fachada. Y esto se monta pese al reducido número de vecinos (en términos relativos) y la relativa cercanía de intereses.
Pues veamos al Estado como una gran comunidad de vecinos, que en el caso de España alcanza a 42.000.000. Estos vecinos, en vez de pagar una cuota de comunidad entre el 5-10% de sus ingresos, pagan algo así como el 50% (los impuestos, no solo directos, sino también indirectos). Y además, tienen que decidir sobre aspectos tan importantes como la sanidad o la educación de sus hijos, no sobre el tamaño de las letras del buzón.
Uno cabría esperar, extrapolando lo que acontece en las reuniones vecinales, una verdadera batalla campal: hay mucha más pasta en juego, y unos intereses mucho más decisivos. Y, sin embargo, pacíficamente, nos reunimos solo una vez cada 4 años, y votamos todos los asuntos del día de golpe, con una sola papeleta, sin debate ni discusión. Además, ni siquiera tenemos la certeza de que el Administrador que hemos elegido y al que pagamos, vaya a cumplir lo que hemos acordado.
Y nos creemos que mandamos. Nos hacen creer que estamos decidiendo. Vaya timo de fiesta de la democracia. En fin, food for thought.
La mayor parte tenemos el privilegio de formar parte de una Comunidad de Vecinos, a las que incluso nos puede haber tocado presidir. Y, si hemos tenido la paciencia de asistir a sus reuniones, conocemos los enormes "pollos" que se montan entre vecinos por cosas de mayor o menor significancia, como aprobar una derrama extraordinaria o subir un 5% la cuota mensual, o el color de las ventanas en fachada. Y esto se monta pese al reducido número de vecinos (en términos relativos) y la relativa cercanía de intereses.
Pues veamos al Estado como una gran comunidad de vecinos, que en el caso de España alcanza a 42.000.000. Estos vecinos, en vez de pagar una cuota de comunidad entre el 5-10% de sus ingresos, pagan algo así como el 50% (los impuestos, no solo directos, sino también indirectos). Y además, tienen que decidir sobre aspectos tan importantes como la sanidad o la educación de sus hijos, no sobre el tamaño de las letras del buzón.
Uno cabría esperar, extrapolando lo que acontece en las reuniones vecinales, una verdadera batalla campal: hay mucha más pasta en juego, y unos intereses mucho más decisivos. Y, sin embargo, pacíficamente, nos reunimos solo una vez cada 4 años, y votamos todos los asuntos del día de golpe, con una sola papeleta, sin debate ni discusión. Además, ni siquiera tenemos la certeza de que el Administrador que hemos elegido y al que pagamos, vaya a cumplir lo que hemos acordado.
Y nos creemos que mandamos. Nos hacen creer que estamos decidiendo. Vaya timo de fiesta de la democracia. En fin, food for thought.
martes, 22 de abril de 2008
Lo que quiere saber la gente y lo que quieren saber los periodistas
Viene a cuento el título por la entrevista que hicieron ayer en La 1 a Esperanza Aguirre. Francamente, no suelo ver esta clase de eventos con políticos, pues no suelen aportar mucho. Pero este caso parecía diferente, toda vez que EA parece estar tratando de proponer, o al menos de que se discuta, sobre otro tipo de enfoques para el gobierno de este país. Así, era interesante conocer de primera mano cuál podía ser su propuesta.
Bueno, mi gozo no duró ni 5 minutos antes de sumergirse en el pozo. Lo único que les interesaba a los periodistas haciendo preguntas era si Esperanza se iba a presentar como alternativa a Rajoy o no, o las movidas que pudiera tener con Gallardón, o las movidas de sus adláteres con los de Andalucía. Y así fue el debate, salvo la última pregunta que se le hizo, en la que pudimos vislumbrar un atisbo de lo que piensa esta mujer de cómo se debe gobernar.
Daba igual lo que dijera; respondió 500 veces que no se iba a presentar. Pero se lo seguían preguntando. Y si decía que no, le planteaban que si la decisión era inamovible. Pero, bueno, ¿qué esperaban que respondiera? Nadie en su sano juicio puede decir que una decisión tomada en un momento es inamovible o inquebrantable. ¿Quién puede saber las vueltas que da la vida?
¿Acaso los periodistas que exigían una y otra vez el compromiso inquebrantable de Esperanza, hacen lo mismo? ¿Si les proponen ser presidentes de Endesa, seguirán inquebrantablemente como periodistas?
La verdad es que es decepcionante que nuestros informadores decidan también lo que nos tiene que interesar, no sólo lo que nos van a contar. ¿Para cuándo lo de las 100 preguntas para Esperanza, y así nos enteramos de qué piensa sobre el gobierno de España?
Bueno, mi gozo no duró ni 5 minutos antes de sumergirse en el pozo. Lo único que les interesaba a los periodistas haciendo preguntas era si Esperanza se iba a presentar como alternativa a Rajoy o no, o las movidas que pudiera tener con Gallardón, o las movidas de sus adláteres con los de Andalucía. Y así fue el debate, salvo la última pregunta que se le hizo, en la que pudimos vislumbrar un atisbo de lo que piensa esta mujer de cómo se debe gobernar.
Daba igual lo que dijera; respondió 500 veces que no se iba a presentar. Pero se lo seguían preguntando. Y si decía que no, le planteaban que si la decisión era inamovible. Pero, bueno, ¿qué esperaban que respondiera? Nadie en su sano juicio puede decir que una decisión tomada en un momento es inamovible o inquebrantable. ¿Quién puede saber las vueltas que da la vida?
¿Acaso los periodistas que exigían una y otra vez el compromiso inquebrantable de Esperanza, hacen lo mismo? ¿Si les proponen ser presidentes de Endesa, seguirán inquebrantablemente como periodistas?
La verdad es que es decepcionante que nuestros informadores decidan también lo que nos tiene que interesar, no sólo lo que nos van a contar. ¿Para cuándo lo de las 100 preguntas para Esperanza, y así nos enteramos de qué piensa sobre el gobierno de España?
lunes, 21 de abril de 2008
Pocahontas, la película
Es curioso las reflexiones que pueden surgir de los eventos más inesperados. Ayer, como buena tarde lluviosa de domingo, optamos por el entretenimiento familiar "in house": ver una película de dibujos animados con los niños, para entendernos. La elegida, por la más pequeña de mis hijas, fue Pocahontas, de Walt Disney. A ello, y con paciencia.
La película no está mal, tiene buena música y un argumento cuidado. Pero lo que atrajo mi atención fue la contraposición entre la toma de decisiones de los ingleses conquistadores, y de los indios invadidos.
En el segundo caso, las decisiones se toman en conclave, con participación de todos los interesados y afectados. En el primero, el gran decisor es el virrey, que ha montado la expedición con el beneplácito de su Majestad.
En el momento decisivo de la película se va a producir el enfrentamiento armado. Ni indios ni la mayor parte de blancos desean el enfrentamiento. Los primeros deciden que tienen que ir a él para defender su propiedad privada de los invasores, y lo hacen, como digo, tras una reunión de los interesados. Más democráticamente, imposible.
¿Cómo toman la decisión los blancos? Muy interesante, porque resulta que el virrey les convence que es en interés de todos acudir al rescate del protagonista John Smith, atrapado por los indios: "él lo hubiera hecho por nosotros". Por supuesto, al virrey le importa un bledo lo que le pase a John Smith, lo que quiere es el supuesto oro de los indios, para lo que estos no dejan de ser un obstáculo.
Y aquí tenemos la traslación mágica que guia nuestros democráticos Estados: la conversión de un interés particular (el oro) en un interés general (el rescate de John Smith) para conseguir que los ciudadanos facilitien la obtención del primero.
Ahora, donde pone rescate de John Smith, póngase "impedir el cambio climático", "conseguir el pleno empleo" o "luchar contra la inflación". Así se pueden camuflar en la actualidad esos intereses particulares que solo se pueden conseguir convenciendo a la gente de la existencia de intereses colectivos inexistentes.
En Pocahontas, es el sacrificio de John Smith el que pone fin a la superchería del virrey, y libera finalmente a los ciudadanos. Parafraseo la pregunta del otro día, ¿quién será nuestro John Smith?
La película no está mal, tiene buena música y un argumento cuidado. Pero lo que atrajo mi atención fue la contraposición entre la toma de decisiones de los ingleses conquistadores, y de los indios invadidos.
En el segundo caso, las decisiones se toman en conclave, con participación de todos los interesados y afectados. En el primero, el gran decisor es el virrey, que ha montado la expedición con el beneplácito de su Majestad.
En el momento decisivo de la película se va a producir el enfrentamiento armado. Ni indios ni la mayor parte de blancos desean el enfrentamiento. Los primeros deciden que tienen que ir a él para defender su propiedad privada de los invasores, y lo hacen, como digo, tras una reunión de los interesados. Más democráticamente, imposible.
¿Cómo toman la decisión los blancos? Muy interesante, porque resulta que el virrey les convence que es en interés de todos acudir al rescate del protagonista John Smith, atrapado por los indios: "él lo hubiera hecho por nosotros". Por supuesto, al virrey le importa un bledo lo que le pase a John Smith, lo que quiere es el supuesto oro de los indios, para lo que estos no dejan de ser un obstáculo.
Y aquí tenemos la traslación mágica que guia nuestros democráticos Estados: la conversión de un interés particular (el oro) en un interés general (el rescate de John Smith) para conseguir que los ciudadanos facilitien la obtención del primero.
Ahora, donde pone rescate de John Smith, póngase "impedir el cambio climático", "conseguir el pleno empleo" o "luchar contra la inflación". Así se pueden camuflar en la actualidad esos intereses particulares que solo se pueden conseguir convenciendo a la gente de la existencia de intereses colectivos inexistentes.
En Pocahontas, es el sacrificio de John Smith el que pone fin a la superchería del virrey, y libera finalmente a los ciudadanos. Parafraseo la pregunta del otro día, ¿quién será nuestro John Smith?
domingo, 20 de abril de 2008
Zapatero, el gran liberal
Y el caso es que no hay ironía en el título, como ahora vereis.
La idea me la ha inspirado una ponencia de Manuel Llamas en el último Congreso de Economía Austriaca.
Lo que decía Manuel es que, desde el punto de vista liberal, interesan unas Comunidades Autónomas fuertes frente a una Administración central débil. En la medida en que esto sea así, y dado que el ámbito territorial de aquellas es considerablemente inferior, se debilita el poder estatal en términos absolutos. En efecto, la "competencia" entre CCAA haría que una división completa de poder del Estado central (entendido como que la "suma" de los poderes de las CCAA es igual al del Estado central), siempre diera lugar a un poder global menor sobre el ciudadano.
Por ejemplo, si una Comunidad cancela el impuesto del Patrimonio, las demás se ven obligadas a ello, si quieren mantener su atractivo relativo para el ciudadano. Y así con todo. De forma que el ciudadano tienen más margen de elección que con un Estado centralizado y condiciones homogéneas en todo el territorio. El que quiera más intervención y peor calidad de vida a largo plazo, puede irse, por ejemplo, a Cataluña o Andalucía; el que quiere más libertad, podrá escoger Madrid o Valencia.
En el fondo, esto significa una aproximación del interés colectivo inexistente al individual. O dicho de otra forma, es más probable que el interés "madrileño" sea más cercano a mis intereses (ya que vivo en esta comunidad) que el interés "español". Los catalanes y los vascos siempre lo han tenido muy claro, aparentemente.
Evidentemente, el siguiente paso en este proceso disgregador sería que los poderes llegaran a los ayuntamientos, y poco más se podría pedir, en la práctica, desde un punto de vista liberal.
Desde este punto de vista, el refuerzo del poder autonómico a costa del poder central es, sin duda, una gran noticia para los liberales. Por eso, ZP podría transformarse en un gran ídolo liberal. Eso sí, siempre que no permitiera que el poder autonómico se refuerce también a costa de la sociedad civil, como ha ocurrido con el Estatuto de Cataluña.
La idea me la ha inspirado una ponencia de Manuel Llamas en el último Congreso de Economía Austriaca.
Lo que decía Manuel es que, desde el punto de vista liberal, interesan unas Comunidades Autónomas fuertes frente a una Administración central débil. En la medida en que esto sea así, y dado que el ámbito territorial de aquellas es considerablemente inferior, se debilita el poder estatal en términos absolutos. En efecto, la "competencia" entre CCAA haría que una división completa de poder del Estado central (entendido como que la "suma" de los poderes de las CCAA es igual al del Estado central), siempre diera lugar a un poder global menor sobre el ciudadano.
Por ejemplo, si una Comunidad cancela el impuesto del Patrimonio, las demás se ven obligadas a ello, si quieren mantener su atractivo relativo para el ciudadano. Y así con todo. De forma que el ciudadano tienen más margen de elección que con un Estado centralizado y condiciones homogéneas en todo el territorio. El que quiera más intervención y peor calidad de vida a largo plazo, puede irse, por ejemplo, a Cataluña o Andalucía; el que quiere más libertad, podrá escoger Madrid o Valencia.
En el fondo, esto significa una aproximación del interés colectivo inexistente al individual. O dicho de otra forma, es más probable que el interés "madrileño" sea más cercano a mis intereses (ya que vivo en esta comunidad) que el interés "español". Los catalanes y los vascos siempre lo han tenido muy claro, aparentemente.
Evidentemente, el siguiente paso en este proceso disgregador sería que los poderes llegaran a los ayuntamientos, y poco más se podría pedir, en la práctica, desde un punto de vista liberal.
Desde este punto de vista, el refuerzo del poder autonómico a costa del poder central es, sin duda, una gran noticia para los liberales. Por eso, ZP podría transformarse en un gran ídolo liberal. Eso sí, siempre que no permitiera que el poder autonómico se refuerce también a costa de la sociedad civil, como ha ocurrido con el Estatuto de Cataluña.
sábado, 19 de abril de 2008
Frodo Baggins: Esparanza y fatalismo
Mi libro preferido es el Señor de los Anillos. Cada vez que lo he leído (la primera, con 13 años; la última, en inglés, en 2001), lo he disfrutado más. Y también he podido disfrutar sus películas, juegos de ordenador y hasta la banda sonora. Y hay un musical en Londres que me encantaría ver, aunque las críticas creo que no son muy buenas.
Hay varios personajes muy interesantes en el libro. Hoy me detendré en el que se puede calificar como protagonista, Frodo, el Portador del Anillo.
Cuando su tío Bilbo le da el Anillo, no puede ser consciente del "marrón" que le ha endosado. Pero poco a poco la maldición del Anillo comienza a revelarse, y Frodo a enfrentar su responsabilidad y destino. Desde el primer momento en que le cuenta Gandalf su historia, Frodo asume que la victoria es casi imposible, que Saurón terminará haciéndose con la Tierra Media, pues sus poderes son inconmensurables.
Yo creo que Frodo asume la tarea de llevar el Anillo a Bree, porque allí espera desprenderse de él y volver a su cómoda vida. Pero en Bree se encuentra que tiene que seguir su tarea, y ha de continuar a Rivendel, pero mantiene la ilusión de que es algo pasajero, y que pronto volverá a su hogar. Allí, lo mismo, ahora le toca liderar la Comunidad del Anillo hacia las profundidades de Mordor. Y eventualmente ha de tomar la decisión desesperada de irse solo (en lo que fracasa, gracias a Sam Gamyi, al que dedicaremos líneas en otro momento).
Frodo va asumiendo estas tareas como algo inevitable, la única posibilidad de derrotar a Sauron. Y eso que él nunca cree en sus posibilidades; ni siquiera el lector confía en él. Pero no ve alternativa, o lo hace él, o nadie lo hará.
¿Cómo se puede afrontar una tarea de tal magnitud estando convencido de que vas a fracasar? Frodo, con cada decisión, se ve más lejos de su añorada Comarca. Otro hubiera cedido a las primeras de cambio (nosotros), pero no Frodo: los hobbits esán hechos de una pasta especial, dice Gandalf. Insisto, lo más importante es que lo hace, no porque crea que va a conseguir derrotar a Saurón, sino porque es la única posibilidad de hacerlo. Por eso es un héroe verdadero, un ejemplo a seguir, una referencia vital. Lo hace porque hay que hacerlo, y punto.
Por eso, el fatalismo de Frodo se traduce en la esperanza de todos sus compañeros en el lado de la luz, la única esperanza de derrotar al mal. Si Frodo cae, detrás de él lo hará la Tierra Media.
¿Dónde estás, Frodo, cuando te necesitamos?
Hay varios personajes muy interesantes en el libro. Hoy me detendré en el que se puede calificar como protagonista, Frodo, el Portador del Anillo.
Cuando su tío Bilbo le da el Anillo, no puede ser consciente del "marrón" que le ha endosado. Pero poco a poco la maldición del Anillo comienza a revelarse, y Frodo a enfrentar su responsabilidad y destino. Desde el primer momento en que le cuenta Gandalf su historia, Frodo asume que la victoria es casi imposible, que Saurón terminará haciéndose con la Tierra Media, pues sus poderes son inconmensurables.
Yo creo que Frodo asume la tarea de llevar el Anillo a Bree, porque allí espera desprenderse de él y volver a su cómoda vida. Pero en Bree se encuentra que tiene que seguir su tarea, y ha de continuar a Rivendel, pero mantiene la ilusión de que es algo pasajero, y que pronto volverá a su hogar. Allí, lo mismo, ahora le toca liderar la Comunidad del Anillo hacia las profundidades de Mordor. Y eventualmente ha de tomar la decisión desesperada de irse solo (en lo que fracasa, gracias a Sam Gamyi, al que dedicaremos líneas en otro momento).
Frodo va asumiendo estas tareas como algo inevitable, la única posibilidad de derrotar a Sauron. Y eso que él nunca cree en sus posibilidades; ni siquiera el lector confía en él. Pero no ve alternativa, o lo hace él, o nadie lo hará.
¿Cómo se puede afrontar una tarea de tal magnitud estando convencido de que vas a fracasar? Frodo, con cada decisión, se ve más lejos de su añorada Comarca. Otro hubiera cedido a las primeras de cambio (nosotros), pero no Frodo: los hobbits esán hechos de una pasta especial, dice Gandalf. Insisto, lo más importante es que lo hace, no porque crea que va a conseguir derrotar a Saurón, sino porque es la única posibilidad de hacerlo. Por eso es un héroe verdadero, un ejemplo a seguir, una referencia vital. Lo hace porque hay que hacerlo, y punto.
Por eso, el fatalismo de Frodo se traduce en la esperanza de todos sus compañeros en el lado de la luz, la única esperanza de derrotar al mal. Si Frodo cae, detrás de él lo hará la Tierra Media.
¿Dónde estás, Frodo, cuando te necesitamos?
viernes, 18 de abril de 2008
La mentira del interés común
Otro de los efectos colaterales del conflicto del agua a que ayer me refería, es la clara destrucción del interés colectivo que podríamos llamar español o España. Es claro de las disputas a que asistimos que se contraponen los intereses catalanes a los valencianos, murcianos y aragoneses, y los intereses barceloneses a los intereses de Tortosa.
Si hicieramos un zoom sobre el interés común valenciano nos volveríamos a encontrar con conflictos de interés, y así sucesivamente, hasta llegar a constatar que únicamente existen intereses individuales, nada de intereses colectivos.
Para el que no se crea lo anterior, le propongo un sencillo test en tres pasos:
1) Convoque a 10 amigos y trate de acordar qué película van a ver esta tarde. Puede que lo consiga; pero no será a satisfacción de los 10. Alguno de ellos habrá impuesto sus intereses a los demás.
2) Por supuesto, me dirán, no hay acuerdo en una película, pero es que eso es secundario, no es importante. Seguramente, en los asuntos verdaderamente importantes, hay acuerdo.
Muy bien, hagamos el ejercicio: que los diez elijan qué les parece más importante de los grandes tópicos: la sanidad, la educación, trabajo para todos, la vivienda, la seguridad, la justicia. ¿Habrá acuerdo esta vez? ¿Estarán de acuerdo esas 10 personas en un orden de prioridad para estos grandes temas?
3) Supongamos que han sido capaces. Digamos que están de acuerdo en que la sanidad es lo más importante. Desgraciadamente, no basta con esto. Dentro de la sanidad, habrá que volver a dar prioridades: ¿los niños sobre los ancianos? ¿las embarazadas sobre el resto de las mujeres? ¿las enfermedades comunes sobre las raras? ¿las graves sobre las leves?Y si pensamos que, por ejemplo, son prioritarias las embarazadas, ¿cuáles? ¿las que estén en los primeros meses de gestación, o las que estén en los últimos? ¿Las de embarazos complicados o normales? ¿Las mayores o las más jóvenes? ¿Las que ya tengan hijos o las primerizas? ¿O todas por igual, por orden de "embarazo"?
Como vemos, las decisiones se complican, y los intereses comunes se desintegran a la misma velocidad. Cualquier decisión supondrá la imposición de unos intereses sobre otros.
En realidad, los intereses colectivos suponen la imposición de unos intereses individuales sobre otros, basándose en criterios completamente subjetivos. ¿Qué criterios? Sí, lo adivináis, los del que esté en el poder...
Lo dejo aquí, de momento, pero de este tema hablaremos mucho, porque es tal vez la base de todas las mentiras con las que nos enfrentamos día a día: la confusión con que algunos pretenden convencernos de que sus intereses son colectivos, de todos.
Si hicieramos un zoom sobre el interés común valenciano nos volveríamos a encontrar con conflictos de interés, y así sucesivamente, hasta llegar a constatar que únicamente existen intereses individuales, nada de intereses colectivos.
Para el que no se crea lo anterior, le propongo un sencillo test en tres pasos:
1) Convoque a 10 amigos y trate de acordar qué película van a ver esta tarde. Puede que lo consiga; pero no será a satisfacción de los 10. Alguno de ellos habrá impuesto sus intereses a los demás.
2) Por supuesto, me dirán, no hay acuerdo en una película, pero es que eso es secundario, no es importante. Seguramente, en los asuntos verdaderamente importantes, hay acuerdo.
Muy bien, hagamos el ejercicio: que los diez elijan qué les parece más importante de los grandes tópicos: la sanidad, la educación, trabajo para todos, la vivienda, la seguridad, la justicia. ¿Habrá acuerdo esta vez? ¿Estarán de acuerdo esas 10 personas en un orden de prioridad para estos grandes temas?
3) Supongamos que han sido capaces. Digamos que están de acuerdo en que la sanidad es lo más importante. Desgraciadamente, no basta con esto. Dentro de la sanidad, habrá que volver a dar prioridades: ¿los niños sobre los ancianos? ¿las embarazadas sobre el resto de las mujeres? ¿las enfermedades comunes sobre las raras? ¿las graves sobre las leves?Y si pensamos que, por ejemplo, son prioritarias las embarazadas, ¿cuáles? ¿las que estén en los primeros meses de gestación, o las que estén en los últimos? ¿Las de embarazos complicados o normales? ¿Las mayores o las más jóvenes? ¿Las que ya tengan hijos o las primerizas? ¿O todas por igual, por orden de "embarazo"?
Como vemos, las decisiones se complican, y los intereses comunes se desintegran a la misma velocidad. Cualquier decisión supondrá la imposición de unos intereses sobre otros.
En realidad, los intereses colectivos suponen la imposición de unos intereses individuales sobre otros, basándose en criterios completamente subjetivos. ¿Qué criterios? Sí, lo adivináis, los del que esté en el poder...
Lo dejo aquí, de momento, pero de este tema hablaremos mucho, porque es tal vez la base de todas las mentiras con las que nos enfrentamos día a día: la confusión con que algunos pretenden convencernos de que sus intereses son colectivos, de todos.
jueves, 17 de abril de 2008
¿Por qué escasea el agua?
Pregunta que esta de moda con el tema del trasvase Ebro-Barcelona, que tiene en pie de guerra a la España mediterránea.
Y la respuesta fácil: claro, es que en España no llueve y hay sequía, y no tenemos suficientes pantanos, y se pierde mucho por las tuberías, o que con tanto campo de golf, y es que los agricultores no la usan de forma eficiente...
Eso sí, nadie pondrá en duda que, como bien público ("el agua es de todos") y escaso, su gestión corresponde al Gobierno. Y, sin embargo, la cadena causal es justo la contraria: como la gestión del agua corresponde al Gobierno, es escasa. Si la gestión no la hiciera el Estado, si el agua no sufriera esa categoría de bien público, no sería escasa. Como no lo es la leche, ni los ordenadores ni los coches.
Hagamos un ejercicio de tímida imaginación: supongamos que el agua, en vez de ser un bien público a repartir solidariamente, fuera, como muchos otros, un bien privado, con sus correspondientes dueños, egoistas ellos.
Evidentemente, también serían privados los servicios de su distribución, y libre el precio al que se puede vender. ¿Qué pasaría inicialmente? Pues sí, desgraciadamente para todos, el precio del agua subiría: es evidente que en la actualidad hay más demanda que oferta, y esa es la razón de la escasez. El ajuste inmediato sería una subida de precios, que haría que la demanda se contrajera hasta el nivel de la oferta.
Y todos empezaríamos a ajustar nuestra demanda al nuevo precio: quizá tuvieramos más precaución a la hora de tirar la cadena, o dejar un grifo abierto. Pero sobre todo se preocuparían los consumidores intensivos de agua, para los cuales el daño es mayor. Seguramente comenzaran a buscar nuevas formas de regar (o lo que sea en cada industria) y así ahorrar dinero. Esta contracción de la demanda, posiblemente daría lugar a una bajada de precios, que, desde luego, no volverían a sus niveles iniciales.
Sería en estos momentos cuanto mayor sería la presión del Estado y los grupos de interés para que volviera la regulación de precios del agua. El Estado, dispuesto a salvarnos del indecente egoismo individual por la vía de la solidaridad impuesta. Es fácil imaginar a las organizaciones de agricultores saliendo a la calle "por un agua barata", "agua para todos" y demás, como principales sufridores de la desregulación.
Pero habría que superar esos momentos críticos con el conocimiento que da la teoría económica.
¿Qué viene ahora? Pues ahora comienza el "milagro" del mercado. Comienza a actuar el ingenio de los seres humanos con el único objetivo de beneficiarse uno mismo. Junto a los nuevos sistemas de ahorro de agua (muchos ya conocidos, pero aparcados porque al precio actual no se justifica su puesta en funcionamiento), surgirían nuevas y numerosas ideas para comercializar agua de diferentes tipos. Somos 40.000.000 de personas pensantes, incentivadas por ganar dinero.
Y eventualmente se conseguiría un mayor abastecimiento. ¿De la desalazón del mar? ¿De reciclaje de aguas residuales? ¿De limpieza de la lluvia? Ni idea, no lo sé, ni siquiera me importa. Pero estoy seguro que habría muchas ideas nuevas y viejas en marcha. Y estoy seguro porque la historia demuestra que así ha sido, que cuando el ingenio del hombre se deja libre es capaz de superar todos los problemas.
Llegados a este punto, lo imposible se habría producido: fin de escasez de agua y precios bajos. Lo único necesario: por favor, que el agua no se declare bien público!!!!
PD: Aplíquese el razonamiento a cualquier otro bien calificado como público. Otra mentira más.
Y la respuesta fácil: claro, es que en España no llueve y hay sequía, y no tenemos suficientes pantanos, y se pierde mucho por las tuberías, o que con tanto campo de golf, y es que los agricultores no la usan de forma eficiente...
Eso sí, nadie pondrá en duda que, como bien público ("el agua es de todos") y escaso, su gestión corresponde al Gobierno. Y, sin embargo, la cadena causal es justo la contraria: como la gestión del agua corresponde al Gobierno, es escasa. Si la gestión no la hiciera el Estado, si el agua no sufriera esa categoría de bien público, no sería escasa. Como no lo es la leche, ni los ordenadores ni los coches.
Hagamos un ejercicio de tímida imaginación: supongamos que el agua, en vez de ser un bien público a repartir solidariamente, fuera, como muchos otros, un bien privado, con sus correspondientes dueños, egoistas ellos.
Evidentemente, también serían privados los servicios de su distribución, y libre el precio al que se puede vender. ¿Qué pasaría inicialmente? Pues sí, desgraciadamente para todos, el precio del agua subiría: es evidente que en la actualidad hay más demanda que oferta, y esa es la razón de la escasez. El ajuste inmediato sería una subida de precios, que haría que la demanda se contrajera hasta el nivel de la oferta.
Y todos empezaríamos a ajustar nuestra demanda al nuevo precio: quizá tuvieramos más precaución a la hora de tirar la cadena, o dejar un grifo abierto. Pero sobre todo se preocuparían los consumidores intensivos de agua, para los cuales el daño es mayor. Seguramente comenzaran a buscar nuevas formas de regar (o lo que sea en cada industria) y así ahorrar dinero. Esta contracción de la demanda, posiblemente daría lugar a una bajada de precios, que, desde luego, no volverían a sus niveles iniciales.
Sería en estos momentos cuanto mayor sería la presión del Estado y los grupos de interés para que volviera la regulación de precios del agua. El Estado, dispuesto a salvarnos del indecente egoismo individual por la vía de la solidaridad impuesta. Es fácil imaginar a las organizaciones de agricultores saliendo a la calle "por un agua barata", "agua para todos" y demás, como principales sufridores de la desregulación.
Pero habría que superar esos momentos críticos con el conocimiento que da la teoría económica.
¿Qué viene ahora? Pues ahora comienza el "milagro" del mercado. Comienza a actuar el ingenio de los seres humanos con el único objetivo de beneficiarse uno mismo. Junto a los nuevos sistemas de ahorro de agua (muchos ya conocidos, pero aparcados porque al precio actual no se justifica su puesta en funcionamiento), surgirían nuevas y numerosas ideas para comercializar agua de diferentes tipos. Somos 40.000.000 de personas pensantes, incentivadas por ganar dinero.
Y eventualmente se conseguiría un mayor abastecimiento. ¿De la desalazón del mar? ¿De reciclaje de aguas residuales? ¿De limpieza de la lluvia? Ni idea, no lo sé, ni siquiera me importa. Pero estoy seguro que habría muchas ideas nuevas y viejas en marcha. Y estoy seguro porque la historia demuestra que así ha sido, que cuando el ingenio del hombre se deja libre es capaz de superar todos los problemas.
Llegados a este punto, lo imposible se habría producido: fin de escasez de agua y precios bajos. Lo único necesario: por favor, que el agua no se declare bien público!!!!
PD: Aplíquese el razonamiento a cualquier otro bien calificado como público. Otra mentira más.
miércoles, 16 de abril de 2008
Leer en lengua original
Me encanta la lectura, leer cualquier cosa. Y hace unos años descubrí que la experiencia era mucho más satisfactoria si leía el libro en la lengua en que se había escrito. Por aquel entonces, solo podía leer inglés. Pero a causa de ese descubrimiento, me propusé leer también en francés y alemán. Lo primero lo conseguí con cierta velocidad; tras lo segundo sigo después de cinco años.
En todo caso, tengo que recomendar a todo aquel que pueda que trate de hacerlo. Se ahorrará muchos disgustos y timos, y podrá leer muchas más obras que a España no llegan (por ejemplo, Ben Elton, uno de mis escritores contemporáneos preferidos).
Uno de los mayores disgustos me lo llevé con la traducción del título de los primeros capítulos del Hobbit y de "El Señor de los Anillos". Ambos los leí primero en castellano, a los 13 años. Posteriormente lo he releído varias veces (el test de la relectura, que decía ¿Borges?), las últimas siempre en inglés.
Pues bien, el título de los capítulos en inglés es, respectivamente: "An unexpected party" y "A long expected party". La referencia que hace Tolkien en Señor de los Anillos al Hobbit es evidente, la contraposición entre los respectivos títulos.
¿Cómo los tradujeron en España? "Una tertulia inesperada" y "Una reunión muy esperada". Increible pero cierto. ¿Cómo es posible que el segundo traductor no conociera la otra obra, la otra traducción o no se diera cuenta de la referencia?
Es como la punta del iceberg: ¿os imagináis lo que nos estamos perdiendo cuando leemos una traducción? ¿No es una mala traducción como una mentira? ¿Quién nos garantiza traducciones de calidad? Así que, si se puede, en lengua original.
En todo caso, tengo que recomendar a todo aquel que pueda que trate de hacerlo. Se ahorrará muchos disgustos y timos, y podrá leer muchas más obras que a España no llegan (por ejemplo, Ben Elton, uno de mis escritores contemporáneos preferidos).
Uno de los mayores disgustos me lo llevé con la traducción del título de los primeros capítulos del Hobbit y de "El Señor de los Anillos". Ambos los leí primero en castellano, a los 13 años. Posteriormente lo he releído varias veces (el test de la relectura, que decía ¿Borges?), las últimas siempre en inglés.
Pues bien, el título de los capítulos en inglés es, respectivamente: "An unexpected party" y "A long expected party". La referencia que hace Tolkien en Señor de los Anillos al Hobbit es evidente, la contraposición entre los respectivos títulos.
¿Cómo los tradujeron en España? "Una tertulia inesperada" y "Una reunión muy esperada". Increible pero cierto. ¿Cómo es posible que el segundo traductor no conociera la otra obra, la otra traducción o no se diera cuenta de la referencia?
Es como la punta del iceberg: ¿os imagináis lo que nos estamos perdiendo cuando leemos una traducción? ¿No es una mala traducción como una mentira? ¿Quién nos garantiza traducciones de calidad? Así que, si se puede, en lengua original.
martes, 15 de abril de 2008
Difundir la teoría económica
Hoy han publicado en Enter una nota de la que soy autor. La podéis ver en:(http://www.enter.es/informes_enter/publicaciones_enter/notas/nota_87_cuan_gratis_son_cero_dolares_118_1.html
Con independencia del contenido concreto de la misma, me interesa resaltar que se trata de explicar o criticar un fenómeno económico (la gratuidad que prevé Chris Anderson para los servicios de Internet) a partir de la teoría económica, pero de la buena teoría económica, la de la escuela Austriaca.
Quiero aprovechar dichas Notas para ir difundiendo el conocimiento de esta teoría económica, en la medida de mis modestas posibilidades. Porque creo, como Rothbard, que hay que dar a conocer esta teoría económica. Solo a partir del desconocimiento de la misma se puede explicar que alguien vea con buenos ojos conceptos como el salario mínimo, que, demuestra la teoría económica, es la causa exclusiva del paro estructural en una economía libre.
Rothbard se preguntaba cómo los trabajadores toleraban esa imposición de los sindicatos, si se puede demostrar fácilmente que es la causa única del desempleo. Y la única explicación que se le ocurría era el desconocimiento de la teoría económica por parte de los damnificados. De ahí su cruzada por dar a conocer la teoría económica.
Y es que, citando a Jesucristo (o al Papa Juan Pablo II, no estoy seguro): "la verdad os hará libres". En fin, trataré de poner mi granito de arena...
Con independencia del contenido concreto de la misma, me interesa resaltar que se trata de explicar o criticar un fenómeno económico (la gratuidad que prevé Chris Anderson para los servicios de Internet) a partir de la teoría económica, pero de la buena teoría económica, la de la escuela Austriaca.
Quiero aprovechar dichas Notas para ir difundiendo el conocimiento de esta teoría económica, en la medida de mis modestas posibilidades. Porque creo, como Rothbard, que hay que dar a conocer esta teoría económica. Solo a partir del desconocimiento de la misma se puede explicar que alguien vea con buenos ojos conceptos como el salario mínimo, que, demuestra la teoría económica, es la causa exclusiva del paro estructural en una economía libre.
Rothbard se preguntaba cómo los trabajadores toleraban esa imposición de los sindicatos, si se puede demostrar fácilmente que es la causa única del desempleo. Y la única explicación que se le ocurría era el desconocimiento de la teoría económica por parte de los damnificados. De ahí su cruzada por dar a conocer la teoría económica.
Y es que, citando a Jesucristo (o al Papa Juan Pablo II, no estoy seguro): "la verdad os hará libres". En fin, trataré de poner mi granito de arena...
lunes, 14 de abril de 2008
Igualdad de sexo en los Consejos de Administración
Parece que nuestro insigne presidente va esta vez en serio con este tema, según anunció al dar a conocer los nombres de los nuevos ministros. Y crear, por cierto, un Ministerio para la Igualdad!!!. Igualdad por Decreto.
Así que ya no somos capaces ni de determinar quién va a administrar nuestra propiedad (si es que somos accionistas de una sociedad anónima). Sabe el Gobierno que la mejor forma de administrarla es un Consejo de Administración con igual número de hombres y mujeres. Un poco absurdo, pero esa es la Ley de la Igualdad. Y cuándo contratemos un fontanero? Pues ya sabes, que una vez sea hombre, y otra mujer.
Claro, que la lectura puede ser más sutil aún. Los Consejos de Administración en España son nombrados casi en su totalidad por los tipos que controlan, de verdad, la empresa. Así que son una estupenda forma de otorgar gabelas a los amigotes, a costa de los accionistas. Y encima hay que hacerlo por Ley, otra, la de Sociedades.
Así que el Gobierno, consciente del verdadero papel de los Consejos de Administración, que nada tiene que ver con la citada función, quiere parte en el pastel. Vamos, que si de repartir favores se trata, las mujeres (preferentemente, socialistas) también tienen derecho. Aunque sea a costa de los propietarios de esta supuesta propiedad privada.
Supongo que lo siguiente será que en los Consejos de Administración haya que nombrar una representación proporcional a la del Parlamento....
En fin, otra libertad perdida. Afortunadamente, pensaremos la mayoría, "yo no tengo acciones. A mí no me afecta.". Y habremos pérdido de vista el atentado que se hace en nombre de la igualdad a nuestros derechos básicos. Desgraciadamente, llegará el día que ese "atentado" te toqué, no te quepa duda.
Así que ya no somos capaces ni de determinar quién va a administrar nuestra propiedad (si es que somos accionistas de una sociedad anónima). Sabe el Gobierno que la mejor forma de administrarla es un Consejo de Administración con igual número de hombres y mujeres. Un poco absurdo, pero esa es la Ley de la Igualdad. Y cuándo contratemos un fontanero? Pues ya sabes, que una vez sea hombre, y otra mujer.
Claro, que la lectura puede ser más sutil aún. Los Consejos de Administración en España son nombrados casi en su totalidad por los tipos que controlan, de verdad, la empresa. Así que son una estupenda forma de otorgar gabelas a los amigotes, a costa de los accionistas. Y encima hay que hacerlo por Ley, otra, la de Sociedades.
Así que el Gobierno, consciente del verdadero papel de los Consejos de Administración, que nada tiene que ver con la citada función, quiere parte en el pastel. Vamos, que si de repartir favores se trata, las mujeres (preferentemente, socialistas) también tienen derecho. Aunque sea a costa de los propietarios de esta supuesta propiedad privada.
Supongo que lo siguiente será que en los Consejos de Administración haya que nombrar una representación proporcional a la del Parlamento....
En fin, otra libertad perdida. Afortunadamente, pensaremos la mayoría, "yo no tengo acciones. A mí no me afecta.". Y habremos pérdido de vista el atentado que se hace en nombre de la igualdad a nuestros derechos básicos. Desgraciadamente, llegará el día que ese "atentado" te toqué, no te quepa duda.
domingo, 13 de abril de 2008
El principio y las razones
Bueno, por fin me he animado a hacer un blog, uno más de los perdidos en el proceloso océano de Internet. Pero creo que me va a venir bien. La sugerencia, como ya de unas cuantas cosas, y de las importantes, vinó originalmente de mi buen amigo Manuel Canabal. También me re-inició en la lectura de los clásicos (la Eneida) y me introdujo a la economía de los Austriacos.
¿Por qué este blog? Las razones tienen que ver, precisa y principalmente, con mis lecturas sobre estos economistas. Francamente, desde que comencé a iniciarme en ellos, veo el mundo con otros ojos. La lectura, en concreto, de la Economía en una Lección, de Hazzlitt, marcó un punto de inflexión en mi forma de pensar y ver las cosas.
Ahora, me surgen montones de ideas que se amontonan sin salida en mi cabeza, ante la mera sucesión de hechos de la realidad. Y creo que este Blog puede ser una buena forma de darles salida, de que consten en algún lado, y así no se me olviden. Por otro lado, también aprovecharé el blog para hablar de literatura (los libros que vaya leyendo) y de otras de mis aficiones, como los viajes o los musicales.
En fin, lo nutriré de mis reflexiones sobre lo que vea, oiga, lea y viva. Y siempre con un leit motiv, buscando iluminar la realidad y luchando con todas mis fuerzas contra la mentira, el principal enemigo de la libertad de los individuos.
Espero disfrutarlo.
¿Por qué este blog? Las razones tienen que ver, precisa y principalmente, con mis lecturas sobre estos economistas. Francamente, desde que comencé a iniciarme en ellos, veo el mundo con otros ojos. La lectura, en concreto, de la Economía en una Lección, de Hazzlitt, marcó un punto de inflexión en mi forma de pensar y ver las cosas.
Ahora, me surgen montones de ideas que se amontonan sin salida en mi cabeza, ante la mera sucesión de hechos de la realidad. Y creo que este Blog puede ser una buena forma de darles salida, de que consten en algún lado, y así no se me olviden. Por otro lado, también aprovecharé el blog para hablar de literatura (los libros que vaya leyendo) y de otras de mis aficiones, como los viajes o los musicales.
En fin, lo nutriré de mis reflexiones sobre lo que vea, oiga, lea y viva. Y siempre con un leit motiv, buscando iluminar la realidad y luchando con todas mis fuerzas contra la mentira, el principal enemigo de la libertad de los individuos.
Espero disfrutarlo.
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