Otro de los efectos colaterales del conflicto del agua a que ayer me refería, es la clara destrucción del interés colectivo que podríamos llamar español o España. Es claro de las disputas a que asistimos que se contraponen los intereses catalanes a los valencianos, murcianos y aragoneses, y los intereses barceloneses a los intereses de Tortosa.
Si hicieramos un zoom sobre el interés común valenciano nos volveríamos a encontrar con conflictos de interés, y así sucesivamente, hasta llegar a constatar que únicamente existen intereses individuales, nada de intereses colectivos.
Para el que no se crea lo anterior, le propongo un sencillo test en tres pasos:
1) Convoque a 10 amigos y trate de acordar qué película van a ver esta tarde. Puede que lo consiga; pero no será a satisfacción de los 10. Alguno de ellos habrá impuesto sus intereses a los demás.
2) Por supuesto, me dirán, no hay acuerdo en una película, pero es que eso es secundario, no es importante. Seguramente, en los asuntos verdaderamente importantes, hay acuerdo.
Muy bien, hagamos el ejercicio: que los diez elijan qué les parece más importante de los grandes tópicos: la sanidad, la educación, trabajo para todos, la vivienda, la seguridad, la justicia. ¿Habrá acuerdo esta vez? ¿Estarán de acuerdo esas 10 personas en un orden de prioridad para estos grandes temas?
3) Supongamos que han sido capaces. Digamos que están de acuerdo en que la sanidad es lo más importante. Desgraciadamente, no basta con esto. Dentro de la sanidad, habrá que volver a dar prioridades: ¿los niños sobre los ancianos? ¿las embarazadas sobre el resto de las mujeres? ¿las enfermedades comunes sobre las raras? ¿las graves sobre las leves?Y si pensamos que, por ejemplo, son prioritarias las embarazadas, ¿cuáles? ¿las que estén en los primeros meses de gestación, o las que estén en los últimos? ¿Las de embarazos complicados o normales? ¿Las mayores o las más jóvenes? ¿Las que ya tengan hijos o las primerizas? ¿O todas por igual, por orden de "embarazo"?
Como vemos, las decisiones se complican, y los intereses comunes se desintegran a la misma velocidad. Cualquier decisión supondrá la imposición de unos intereses sobre otros.
En realidad, los intereses colectivos suponen la imposición de unos intereses individuales sobre otros, basándose en criterios completamente subjetivos. ¿Qué criterios? Sí, lo adivináis, los del que esté en el poder...
Lo dejo aquí, de momento, pero de este tema hablaremos mucho, porque es tal vez la base de todas las mentiras con las que nos enfrentamos día a día: la confusión con que algunos pretenden convencernos de que sus intereses son colectivos, de todos.
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