Nada, y vuelvo con lo de los intereses particulares. Si es que es un tema que da mucho juego y que está en la raiz de los problemas que nos aquejan. Además, conforme miramos a nuestro alrededor, no hacemos más que encontrar paradojas, que prueban por continua reducción al absurdo, la imposición que supone el Estado, y con la que todos nos hemos acostumbrado a vivir.
La mayor parte tenemos el privilegio de formar parte de una Comunidad de Vecinos, a las que incluso nos puede haber tocado presidir. Y, si hemos tenido la paciencia de asistir a sus reuniones, conocemos los enormes "pollos" que se montan entre vecinos por cosas de mayor o menor significancia, como aprobar una derrama extraordinaria o subir un 5% la cuota mensual, o el color de las ventanas en fachada. Y esto se monta pese al reducido número de vecinos (en términos relativos) y la relativa cercanía de intereses.
Pues veamos al Estado como una gran comunidad de vecinos, que en el caso de España alcanza a 42.000.000. Estos vecinos, en vez de pagar una cuota de comunidad entre el 5-10% de sus ingresos, pagan algo así como el 50% (los impuestos, no solo directos, sino también indirectos). Y además, tienen que decidir sobre aspectos tan importantes como la sanidad o la educación de sus hijos, no sobre el tamaño de las letras del buzón.
Uno cabría esperar, extrapolando lo que acontece en las reuniones vecinales, una verdadera batalla campal: hay mucha más pasta en juego, y unos intereses mucho más decisivos. Y, sin embargo, pacíficamente, nos reunimos solo una vez cada 4 años, y votamos todos los asuntos del día de golpe, con una sola papeleta, sin debate ni discusión. Además, ni siquiera tenemos la certeza de que el Administrador que hemos elegido y al que pagamos, vaya a cumplir lo que hemos acordado.
Y nos creemos que mandamos. Nos hacen creer que estamos decidiendo. Vaya timo de fiesta de la democracia. En fin, food for thought.
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