Hacía tiempo que no leía un buen libro de psicología evolutiva, y este apareció citado en Superabundancia, que es un buen ensayo económico, por lo que supongía cierta garantía de calidad. Y lo es. Es un libro muy interesante y fácil, escrito con la tradicional plétora de experimentos curiosos para explicar las distintas teorías que se exponen. En este caso, se incorporan bastantes experimentos con animales para probar que el rasgo psicológico descrito para los humanos tiene antecedentes biológicos.
Como el título empieza a pensar, von Hippel repasa las adaptaciones evolutivas, principalmente psicológicas ("Preferences that don’t fit your abilities are as debilitating as limbs that don’t suit your lifestyle."), que han contribuido a que el homo sapiens sea una especie hipersocial, que es precisamente la característica que le ha permitido dominar el mundo. De hecho, "our evolution away from chimpanzees is marked primarily by adaptations to our mind and brain.".
La lectura es apasionante y contiene montones de información que desconocía o no recordaba. Y eso me crea un problema a la hora de escribir esta entrada, pues no puede poner todo lo que debería poner, como acabo de constatar repasando las notas que he tomado. Me limitaré a unas cuantas cosas que son las que más me han sorprendido, sin tratar de hacer una revisión completa del texto.
Empiezo por el origen de la socialización, que debió de ocurrir cuando nuestros antecesores se vieron obligados a abandonar la comodidad de las altas ramas de la selva, y adentrarse en la sabana, donde pululaban predadores de los que solo se pudieron defender trabajando en equipo. Esto es, tirándoles piedras en grupo.
El descubrimiento fue un éxito, y comenzó la escalada social-intelectual de los hominidos, con el Austrolopiteco. El siguiente gran paso es la división del trabajo, y lo da el Homo Erectus, algo que se ha podido comprobar arqueológicamente. Para von Hippel, la división del trabajo y el dinero son los inventos más importantes de la humanidad, toma ya. Por cierto, el control del fuego por el Homo Erectus también tuvo importantes consecuencias en nuestra alimentación y directamente en el desarrollo del cerebro, cuando comenzamos a entretenernos contando historias en los fuegos nocturnos.
Esta colaboración exigió otro avance evolutivo, que von Hippel llama la "teoría de la mente", por la cual somos capaces de anticipar el comportamiento de nuestros congéneres, adivinando cómo funciona su mente. De aquí surgieron sentimientos sociales básicos, como el orgullo ("We feel pride when we’ve done something that increases our value to our group, and the positive feelings associated with pride ensure that we seek out further such opportunities."), la culpabilidad ("We feel guilt when we’ve harmed someone in our group, and the negative self- directed feelings associated with guilt help us learn from the experience and avoid doing it again") y la vergüenza. ("Shame is felt when we’ve done something to devalue ourselves in front of our group, and again the negative self- directed feelings ensure that we don’t repeat the shameful behavior and experience further loss in status.")
En algún momento, el Homo Sapiens descubrió la agricultura, pero esto no fue una bendición completa, aunque permitió el camino que nos llevó a la situación actual: "we see that farming afforded our ancestors some assurances against starvation, but at the cost of various new illnesses, reduced stature and longevity, excruciating halitosis, and often a far longer working day. The end result was that early farmers worked harder to achieve a worse life than their ancestors had." Y esto ha pasado casi hasta el presente.
Von Hippel desarrolla consecuencias más profundas de la disparidad sexual entre hombres y mujeres a la hora de explicar la felicidad sobre todo de los primeros, en la búsqueda de preminencia social. Básicamente, lo califica de juego de suma-cero, y nos dice que aunque estemos muy bien en términos absolutos, la lógica de la selección sexual nos lleva a valorarnos siempre en relación con los demás, por lo que podemos considerar que estamos peor: "The sad truth is that the logic of sexual selection ensures that life remains a zero- sum game even when it doesn’t need to be. If my friend gets a big raise or wins the lottery, I am indeed impoverished by his good fortune, because now it’ll be harder for me to get a mate."
Otro tema interesante es la incorporación de un copiloto al jinete y al elefante que nos había presentado Haidt en The righteous mind. "The chariot driver, who sits in a piece of the frontal lobes called the lateral prefrontal cortex (LPFC), is the one who resists temptation by reining in or redirecting the horses when the time, location, or goal itself is inappropriate. The driver has a copilot, who sits above the horses in or about the anterior cingulate cortex (ACC), and whose job is to alert the driver whenever the horses appear to be heading in the wrong direction."
Destaco también como muy importante la confrontación entre innovación técnica e innovación social. Von Hippel postula que hemos desarrollado la capacidad de innovación sobre todo en relación con nuestros congéneres, cómo cooperar con ellos para resolver problemas. Ante un problema determinado, siempre existe la posibilidad de solucionarlo técnica o socialmente: "For example, the desire to talk to faraway friends and relatives is a social problem, and it can be solved technically, by inventing a telephone, or socially, by passing messages through friends."
Así, "The capacity to innovate novel solutions appears to be universal in our species, but the proclivity to direct this capacity at technical rather than social solutions appears to be unusual." Y, en todo caso, algo que ya había leído en otra ocasión: "our ability to solve complex problems (i.e., abstract intelligence/ IQ) is just a fortuitous offshoot of our evolved social capacities.". O sea, que nuestro cerebro se desarrolló evolutivamente hasta su complejidad actual precisamente para afrontar las relaciones sociales. Que hayamos sido capaces de aplicar esa herramienta a la resolución de problemas científicos o lógicos es pura casualidad.
Von Hippel dedica un capítulo a las formas de liderazgo de grupos, que tal vez sea el que menos me ha convencido del libro. Distingue entre líderes "elefante" y "babuino": "Moral leaders are those who act in their group’s interest, and benefit from their decisions only to the degree that their group benefits. For reasons that will become apparent, I refer to such moral leaders as elephants. Immoral leaders are those who act out of self- interest and who benefit from their decisions at the expense of their group. I refer to such immoral leaders as baboons."
En este capítulo, el autor conecta ni más ni menos con el derecho de competencia. "This finding suggests that intergroup conflict can enhance leader morality. In modern corporations, this sort of conflict is the basis for the market economy, as corporate collusion is forbidden by antitrust legislation.", O sea, que el derecho de competencia al crear conflicto entre grupos, puede convertir CEOs inmorales en CEOs morales. Me parece una chorrada tamaño líder moral, digo, elefante, y revela algo de ignorancia económica del autor, que no puede ser grande por lo que había dichos del dinero más atrás.
Tampoco me gusta su explicación de por qué la guerra es tan común entre los seres humanos: "Human conflicts are guided by the same principles as those of other animals, but the fact that warfare is so common testifies to the frequency with which the two sides are unable to agree on who would win a fight." En los conflictos intra-especie se hace mucha señalización para evitar la violencia, tratando de determinar a priori quién ganaría el combate para evitar su elevado coste. Así este solo se llega a producir si la situación a priori está equilibrada. Para von Hippel, hay tanta guerra porque los seres humanos no son capaces de determinar a priori quién ganaría la guerra. La verdad es que estoy en desacuerdo con el autor, por la sencilla razón de que las decisiones de ir a la guerra, en la actualidad, las toman los políticos, que no internalizan todos los costes de su decisión, y por tanto no se molestan en hacer una buena estimación de las fuerzas de cada parte.
Voy terminando con algunas ideas sobre la felicidad, a la que von Hippel dedica los dos últimos capítulos de la obra. Primera sorpresa, la relación con el sistema inmune: "our immune system evolved to hum along at peak capacity when we’re happy but to slow down dramatically when we’re not." ¿Por qué? Porque cuando no somos felices la asunción es que estamos bajo alguna amenaza y nuestro organismo prefiere dedicar todos los recursos a confrontarla, y se los quita al sistema inmune. En consecuencia, el autor afirma sin ambajes que "once you’re over sixty- five, you’re better off smoking, drinking, or overeating with your friends than you are sitting at home alone."
La siguiente frase resume la receta que da von Hippel para la felicidad, basada en sus conocimientos de psicología evolutiva: "Sex and food, parenthood and play, mastery and storytelling, friendship and kin, hearth and home, community and contribution— these were the keys to success in our past and they remain the keys to our happiness today." En particular, me gusta esta frase: "The things we own lose their allure as soon as we reset our status goals, but the things we do become a part of us." De lo que se deduce algo que ya sabía, mejor invertir en experiencias que en bienes materiales.
Por último, dejo esta frase brillante también relacionada con el tema: "The German folk saying Vorfreude ist die schönste Freude (“ Anticipated joy is the greatest joy”) is much more accurate than Disney’s “happily ever after.”"
Lectura obligada para cualquier interesado en psicología, sea evolutiva o no, y, en general, para cualquier persona con una mínima inquietud.