jueves, 11 de febrero de 2016

El sari rojo, de Javier Moro

Tras disfrutar enormemente con las lecturas de El imperio eres tú y A flor de piel, decidí venirme arriba y leer todo lo que pillara del autor. De momento han caído, aparte de éste que ahora comento, El pie de Jaipur y Pasión india.

El sari rojo es la historia de una chica italiana que se casó con el hijo de Indira Gandhi y, sin quererlo, terminó bastante involucrada en el gobierno indio. Me refiero a Sonia Gandhí, esposa del que fue presidente del país, Rajiv Gandhi.

Aunque formalmente la historia orbita en torno a Sonia, lo cierto es que la principal protagonista del libro es Indira Gandhi, su suegra. En el fondo, este libro nos hace una crónica del gobierno de Indira Gandhi, aunque luego prosigue brevemente con la actividad politica de Rajiv y la de la propia Sonia tras la muerte de éste.

Lo primero que hay que saber de Indira Gandhi es que no era familiar ni nada parecido del Mahatma. Indira era hija de Nehru, primer presidente de la India independiente, y asociado y buen amigo del Mahatma en su lucha por la independencia. Lo que pasa es que Indira se casó un tal Feroze Gandhi, y así pudo asumir el preciado apellido, apellido que en la India resulta ser un activo de gran valor político (conste que no insinúo que Indira se casara con Feroze por ello, ni tampoco lo hace Javier Moro; es solo que uno con los políticos siempre es mal pensado). 

El libro está contado con el estilo absorbente que caracteriza las crónicas de Moro. Aunque aparenta ser objetivo, hay una clara asimetría entre el tratamiento que da a la persona de Indira Gandhi (trabajadora, dedicada a su familia, preocupada por los más pobres) y el que da a sus acciones, que muchas de ellas fueron burradas socialistas de echarse a temblar. Con estas, se hubiera agradecido un poco más de espíritu crítico al autor, en vez de su narración neutra.

Dicho todo esto, la lección que más me ha interesado de este libro es el uso de los grandes personajes (lo del apellido) que hacen los políticos. O el uso que hacen determinados interesados de determinadas figuras políticas. Me explico: Indira Gandhi tenía muchas virtudes, tenia prestigio y tenía apellido, pero no está tan claro que quisiera gobernar la India; este dilema es más aparente aún en su sucesor Rajiv e incluso en la propia Sonia, centrados en su carrera profesional y vida familiar.

Y sin embargo, terminan absorbidos por la política, sin poder resistirse a su apellido y a su capacidad de atraer votos con su conducta espontánea, su sacrificio y su carisma. Lo malo es que a la sombra de estos personajes se esconden otros de intenciones ocultas y posiblemente más siniestras. La sensación que da Javier Moro con su narración es que los interesados en el poder no necesariamente tienen que presentarse a las elecciones, ir directamente a por él, sino que muchas veces es más efectivo parapetarse tras una figura carismática para conseguir fines particulares.

Esta situación es mucho más clara cuando muere Indira y su partido político trata de que sea Rajiv el sucesor. ¿Por qué? Rajiv había mostrado un moderado interés por la política, y Sonia se oponía frontalmente a que entrara en ese mundo. ¿Sería por sus indemostradas capacidades de gestión? Nada de eso: el partido considera que solo puede ganar si pone como candidato a un Gandhi, y su pelea es forzar con los acontecimientos, trágicos en muchos casos, a Rajiv a aceptar tal cargo.

Esto da mucho que pensar: ¿Y si el malo no fue Hitler? ¿Y si Hitler solo era una figura atractiva para los alemanes tras las que se ocultaban otro tipo de intereses que solo utilizaban al Fuhrer? Lo mismo se puede sospechar de cualquier lider catastrófico elegido en democracia.





No hay comentarios: