miércoles, 10 de febrero de 2016

The last lecture, de Randy Pausch

Al parecer, este es un libro clásico en el ámbito académico de la enseñanza. Su autor en un profesor de una universidad americana. Aquejado por un cáncer de pancreas y con poco tiempo de vida, su universidad le da la oportunidad de dar una última lección. En este libro se nos cuenta cómo se preparó Randy para dicho momento, así como la citada última lección.


Randy Pausch era profesor de cosas chulísimas, relacionadas con la tecnología y el entretenimiento. Con esta asignaturas, no es de extrañar su evidente entusiasmo y motivación con la enseñanza. Para que os hagáis una idea, uno de sus alumnos, cuyo sueño (cumplido) había sido trabajar en las películas de “La guerra de las Galaxias”, reconoce el papel que Randy ha desempeñado en que él lograra su sueño. Dice Pausch que flotó más alto aún que cuando lo hizo con Gravedad Cero (uno de sus sueños infantiles). 

Junto a esta reflexión, resultan interesantes algunas de las recomendaciones que realiza el autor durante su última lección. Por ejemplo, una cosa que les he explicado a mis hijos numerosas veces cuando les regaño y nos enfadamos: que para mí sería mucho más cómodo dejarles hacer lo que quisieran y todos tan felices, pero que si les regaño al coste emocional que eso tiene, es porque sinceramente pienso que es lo mejor para ellos. Randy lo explica a raíz del castigo que le impone su entrenador de fútbol, cuando un compañero le dice que eso es buena señal, porque significa que el entrenador aún cree que puede hacer las cosas mejor. El tema se repite con la referencia al “tío holandés”, el que es capaz de darte retroalimentación aunque sea crítica y dura: un esfuerzo que, según Randy, la gente en general ha renunciado a hacer, y que sin embargo es un papel inescapable para todo educador que se tome en serio su cometido.

También me ha resultado muy relevante la forma en que Randy cree que se debe construir la autoconfianza de los individuos, y que no es otra que dejarles/ayudarles a que superen sus metas. No se construye autoconfianza mediante felicitaciones o cumplidos, como mucha gente hace ahora, sino proponiéndoles metas que puedan superar ellos solos. Esas metas, añade en otro capítulo, habrán de ser de creciente exigencia.

Por último, es interesante la reflexión que se hace Pausch sobre la existencia de obstáculos para conseguir las metas que nos proponemos, obstáculos a los que llama “brick walls” (entre ellos, por cierto, los que rodeaban a su mujer). Para Pausch estos “muros” permiten que solo obtengan las cosas aquellas personas que las desean de verdad, que las desean realmente, e impiden hacerse con ellas a los demás que no las desean tanto. Es difícil encontrar una interpretación más positiva de las dificultades que nos presenta la vida en todos sus ámbitos.

Lo más interesante del libro es la reflexión y la experiencia personal del autor. Esta parte se completa con una serie de capítulos de autoayuda, por así decirlo, que me parecieron prescindibles: son consejos generales para la vida, posiblemente dirigidos a sus hijos, pero que no enraizan ya tanto en su experiencia.

Agradable sorpresa este librito, aunque dé un poco de yuyu su lectura al principio. 

No hay comentarios: