domingo, 27 de marzo de 2016

Matar un Ruiseñor ("To Kill a Mocking Bird"), de Harper Lee

Mira que tiene años la novela y la película, y que todo el mundo ha visto ésta última. Bueno, todo el mundo no, yo no la he visto. El caso es que no fue hasta el año pasado que yo la leí, y encima dio la casualidad de que doña Harper Lee optó por publicar su segundo y último libro el año pasado también. Si antes lo leo...

Con estos antecedentes, es difícil que yo pueda añadir algo nuevo a sus comentarios. A mí, por supuesto, me encantó. Me parece una novela magnífica, emotiva, muy buen escrita, y con personajes y situaciones inolvidables. Aunque la novela es autobiográfica (al menos, eso parece), es claro que el protagonista de la misma es el padre de la criatura, el inmortal Atticus, que también constituye la piedra angular de la segunda parte.

Harper Lee nos cuenta varios episodios de su infancia en Maycomb (nombre ficticio para la ciudad en que realmente vivió). Los epidodios se nos cuentan a través de los ojos de la niña y con su forma de pensar y hablar, que es lo que hace especialmente delicioso a este libro. Precisamente por ello, y como en El guardián del Centeno, creo que su lectura debe de ser en inglés sino se quiere uno perder gran parte del atractivo.

Hay aventuras infantiles con un posible niño, un vecino misterioso, desventuras colegiales, mucho verano y mucha limonada, perros rabiosos... Pero el principal episodio es sin ninguna duda el juicio al negro falsamente acusado de violación, y al que contra viento y marea tratará de defender Atticus.

Es este episodio el que mejor nos permite hacernos una idea de en qué consistía realmente el racismo, sobre cómo se vivía, allí, al pie del cañón. Porque una cosa son las ideas generales y lo malo que es ser racista, y otra cosa es vivir rodeado de gente que sinceramente piensa que los negros son malos salvo que demuestren lo contrario. Creo que Harper Lee consigue transmitir de forma estupenda esa atmósfera, ese ambiente, incluyendo las reflexiones finales de Atticus sobre el caso.

Resulta desesperante y frustrante, más quizá para el lector que para el propio Atticus, ver como a pesar de todas las pruebas que se acumulan a favor de la inocencia del negro a juicio, y en contra del blanco que le acusa, de lo manifiestamente injusto para todos los presentes en la novela y en la lectura, es inevitable que el negro acusado sea condenado. Esclarecedor episodio de una época que parece ya superada.

Solamente queda agradecer a todos aquellos que me recomendaron ver la película que hayan insistido lo suficiente como para que al final leyera el libro. Y sí, puede que también en algún momento vea la peli.

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