Llevaba bastante tiempo postponiendo la lectura de este libro, debido a su extensión y a que el tema (psicología evolutiva, sociología) no es uno de los que más me apasionan (-aban). Pero como uno es disciplinado, al final opté por zambullirme en su lectura. La recompensa parecía que iba a ser una explicación de la conexión entre leyes biológicas y leyes económicas.
No estoy seguro de sí he encontrado dicha conexión, al menos de una forma convincente. Pero sí lo estoy de que la lectura ha merecido la pena, tanto por lo que he aprendido por lo entretenido que me ha resultado.
Veamos. El libro proporciona una revisión del estado del arte de las teorías sobre la naturaleza humana, enfocado en mostrar que la teoría mayoritaria ha quedado refutada desde hace tiempo en el ámbito científico (aunque no en el de activismo político y social). Algo muy parecido a lo que pasa en el ámbito de la teoría económica con el mercado de competencia perfecta: aunque en el ámbito teórico quedó desacreditado hace tiempo, sigue siendo la referencia para reguladores y políticos.
La teoría en cuestión es la que da nombre al libro: "The Blank Slate". Según esta teoría el indivuo cuando nace está libre de todo tipo de conocimientos o actitudes, y es una pizarra blanca en la que se pueden escribir las ideas que se deseen. Así pues, la educación, la socialización, lo es todo, y nada viene de los genes. Llevada al extremo, y sino fuera por los órganos genitales, podríamos hacer que un varón fuera una chica y lo contrario simplemente a base de educación.
Esta teoría viene acompañada de otras dos, también desacreditadas científicamente según el autor: la teoría del "Buen salvaje" y la del "Ghost in the Machine". Según la primera, el hombre es naturalmente bueno y es solo en contacto con la sociedad moderna que se vuelve "malo". La segunda explicar la existencia del alma o la mente como algo independiente del cuerpo, algo que en algún momento entra en el cuerpo físico y en otro momento sale, sin tener consistencia material.
Sobre estas teorías construye el libro, primero analizando sus consecuencias, posteriormente aportando los avances científicos que las refutan, y después aplicando las nuevas teorías a temas específicos, cuya política se ha guiado en los últimos tiempos por la visión errónea (y quizás interesada) que da La tabla rasa.
Para refutar esta trinidad de teorías, Pinker nos introduce en materias tan dispares como la teoría computacional de la mente, la neurociencia o la genética, de las que un servidor tampoco tiene mucha idea, lo que suponen nuevas oportunidades de aprendizaje.
Me resultó especialmente interesante, era el objetivo de mi lectura, el capítulo en que trata de establecer conexiones entre la mente y la matería, lo que basa en tres aspectos: conectionism, plasticidad del cerebor y que el genoma sea demasiado corto como para contener toda la información necesaria para "cablear" el cerebro.
Tampoco me quiero olvidar de las conocidas falacias moralista y naturalista, que vienen a decir algo así: la primera es que todo lo moral es natural; la segunda es dura, todo lo natural es moral.
Como dije, me ha parecido una lectura muy provechosa, aunque también he de decir que mi interés ha decaído conforme avanzaba el libro. Al principio, todo es nuevo y la lectura es apasionante. Pero en algún momento empieza a centrarse en la refutación de los autores mainstream, lo que resulta menos enriquecedor, quizá por desconocimiento de estos autores y de las razones por las que son los que hay que refutar.
Los últimos capítulos se dedican a tópicos especiales, como el sexo, los niños, la violencia, las opiniones políticas y el arte. Estos capítulos, igualmente bien escritos que el resto del libro, me han parecido sin embargo bastante banales. Después de todo el cambio aparentemente revolucionario que nos promete el State of the Art sobre la naturaleza humana tras superar a la tabla rasa, aquí parece que no se traducen en casi nada práctico o que no supiéramos ya. Quizá lo más interesante sea constatar que en la formación de personalidad de los niños influyen muy poco los padres (al menos, de forma directa): según los últimos avances, dicha personalidad depende a partes iguales de la genética y de los "pares" con que se relacionen los niños.
Por último, una breve referencia al estilo de Pinker para decir simplemente que transmite muy bien conocimientos tan complicados, al menos a un recién llegado como yo, y que además lo hace con un toque de humor en los momentos más imprevistos.
2 comentarios:
No sé si lo tendrás en tu lista, pero Pensar rápido, pensar despacio, de Kanehman, también es muy bueno.
Gracias por la recomendación, Anónimo.
Aunque llega tarde, ya lo he leído y de hecho lo leí antes que éste. En algún momento saldrá publicada la reseña.
Además, publiqué un par de artículos en IJM relacionando las ideas de Kahneman con la economia austriaca.
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