Hoy vamos con pajareo del bueno. En una entrada anterior me referí al incremento de poder de las CCAA a costa del Estado central como una buena noticia desde un punto de vista liberal. El argumento resumido venía a ser que, dado el menor ámbito territorial de aquellas, siempre tendrían menor poder global que un Estado central, a igualdad de competencias.
En ausencia de esas normativas centrales, cabía esperar cierta competencia liberal entre las CCAAs, puesto que aquellas más intervencionistas tenderían a mostrarse más hostiles para la vida del ciudadano, quien, por tanto, tendería a cambiar su residencia a aquellas con mayor bienestar (i.e, menos intervencionistas). Aunque solo sea para ahorrar impuestos.
En estas condiciones, una CCAA tan crecientemente intervencionista como se está mostrando Cataluña, cuya clase política se enriquece a costa del bienestar de sus ciudadanos, obviamente se encontraría perdiendo ciudadanos, esto es, pagadores de impuestos, que preferirían residir en otras que no les presionaran tanto. De hecho, como decía en la entrada antes aludida, esto parece estar ocurriendo ya debido al Impuesto de Sucesiones.
En estas condiciones, o Cataluña entra en una carrera liberal (lo que sería lo ideal para los ciudadanos catalanes) eliminando también impuestos e intervencionismo; o, como alternativa, se dedica a poner barreras para que sus ciudadanos puedan abandonar el territorio.
Dichas barreras podrían consistir en prohibiciones explícitas (técnica ya usada en países totalitarios) o en obstáculos más sutiles. Puestos a pensar en alguno de estos... ¿qué os parece el idioma? Si la gente no es capaz de hablar otra cosa que catalán, encontrará difícil poder emigrar incluso a los territorios limítrofes, de la misma forma que a los españoles nos cuesta en general emigrar a otros países europeos.
Prefiero no elucubrar más por hoy, que luego me dicen paranoico.
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