Me recomiendan este libro para tratar de entender el origen del problema entre judios y árabes en Palestina. Sus autores son sobradamente conocidos, autores de numerosos best-sellers, y de hecho de Larry Collins creo haber leído algunas de sus novelas de espias. O sea, que estoy ante un best-seller que explica razonablemente bien el conflicto de Israel, que se extiende hasta la actualidad tras los actos del pasado octubre, y la respuesta de Israel. Lectura irresistible por tanto.
Y a fe que lo es. Lapierre y Collins nos sumergen en una especie de Juego de Tronos real, con una composición coral de protagonistas, en la que no solo aparecen las grandes figuras históricas (Ben Gurion, Golda Meier, Haj Amin Husseini, los distintos mandatorios de los países árabes, o lo altos funcionarios ingleses como sir Alan Cuningham, llegando al presidente de los EEUU, el señor Truman) sino tambien mucho héroe menor, anónimo si se quiere (aunque pierden tal anonimato), protagonistas de las distintas acciones que fueron cambiando el curso de los acontecimientos. Por eso digo que es como Juego de Tronos, no solo en la intriga, sino en el formato narrativo.
Pero, como digo, no se trataba tanto de disfrutar de una novela de acción e intriga política, aunque así se podría leer este libro, si no de enterarme de una versión lo más objetiva posible de lo que ocurrió y ha desatado el conflicto que llega hasta nuestros días sin viso de solución.
Y para ello, la verdad es que el primer capítulo cubrió sobradamente mis necesidades, sin perjuicio del interés que tiene todo el resto del libro. Es un primer capítulo que aporta mucha información, alguna que ya conocía pero que no tenía, por así decirlo, ordenada. Y es una información que me ha ayudado a comprender mejor la postura árabe en el conflicto, pues la judía la tenía más clara.
Lo cuento como lo he entendido, basándome únicamente en este libro. El apego de los judios por Palestina les viene de tiempos míticos (recuérdese que no se han encontrado vestigios arqueológicos del Éxodo, así lo dice el prestigioso Eric Cline), tierra Prometida que tuvieron que defender durante unos cuantos siglos de todo tipo de atacantes, y que finalmente tuvieron que ceder a los romanos del emperador Tito, que además se llevó por delante el templo de Salomón. Así pues, desde el año 60 d.C, los judios andaban de diáspora. Casi 1900 años, ahí es nada, durante los cuales parece que poco disminuyó su apego. Pero, claro, durante esos cientos de años otras gentes residieron en tal tierra, no quedaron desiertas a la espera de que volvieran. Así que a mediados del XX Palestina era una tierra poblada por árabes, como lo había sido por más de un milenio, aunque hubiera sido gobernada casi medio milenio por turcos, y ahora lo fuera por ingleses.
Por su parte, los judios habían sufrido todo tipo de persecuciones allí donde se habían instalado, principalmente en países cristianos, y rara vez en países árabes. Lo que hizo la Inquisión en España era una mera anécdota en comparación con las persecuciones que sufrieron en otros países, auqneu aqui nos haya quedado la leyenda negra. De hecho, la gota que colmó el proverbial vaso y dio lugar a que Theodore Herzl fundara el Sionismo, fue a principios del XX con el caso Dreyfus en Francia. Allí fue donde Herzl decidió que a los judios nunca se les trataría con justicia en otros Estados, y que era hora de crear uno propio. Para ello, obviamente, volvieron sus ojos a su Palestina añorada, y decidieron comenzar a comprar tierras allí, a las que pudieran ir a vivir los judios que lo desearan. Una solución compatible con el libre mercado, a la que los ingleses regentes del área tras la Primer Guerra Mundial y el final del imperio Otomano, tratarían de poner límites con un White Paper de 1939, que les limitaba las compras y las emigraciones.
En el interín, ocurrió el Holocausto causado por los Nazis, y ello desencadenó una especie de culpabilidad occidental por tantos desmanes. La conciencia la tranquilizaron con una decisión de la ONU en la que se partía el territorio palestino entre judíos y árabes, una vez Inglaterra abandonara su regencia en 1948. El precedente de dicha decisión era la declaración de Balfour: "In Arab eyes, the Balfour Declaration had been an act of pure imperialism, a mortgaging by Britain of the future of a land to which she had no rightful claim, without any effort to consult the wishes or the desires of the Arabs who had constituted ninety- two percent of Palestine's population when the declaration was issued."
Cuando uno lo ve así, comprende bastante bien las causas del conflicto. Hasta el momento de la decisión de la ONU, árabes y judios convivían razonablemente en paz en Palestina. De hecho, los ingleses a quienes vigilaban era a los judios, que actuaban en ocasiones como verdaderos terroristas frente a los ciudadanos árabes, civiles normales y corrientes. Así que los países cristianos y occidentales, tras machacar a los judios durante toda su historia, deciden que la solución es que se creen un Estado en un territorio árabe. Suena francamente a coña, y siembra las semillas no solo para el odio entre judios y árabes, sino en general de los musulmanes por Occidente y los EEUU. La verdad es que personalmente había infraestimado las consecuencias del conflicto de Palestina en la situación actual de de "choque de civilizaciones". La propia historia que cuenta el libro refleja constantemente una gran proximidad entre ingleses y árabes, que ahora resulta bastante extraña. Desde otro punto de vista, un país tan significado en el conflicto actual como es Irán, ni aparece mencionado en esta historia, lo que prueba cómo se ha ido extendiendo el problema.
Desde el momento en que se declara la partición del territorio, comienza una guerra larvada entre judios y árabes bajo la aquiescencia de las autoridades inglesas que, en mi opinión, tieneden a ser más condescendientes con los árabes. Eso no quita para reconocer que muchos de los actos judios en estos meses fueron verdaderos actos de terrorismo, con el propósito de ahuyentar a los ciuadanos árabes de las áreas que el mando judio consideraba que debían ser suyas. El culmen de estos actos es la matanza de Deir Yassin, que puso el miedo en el cuerpo a todos los árabes, que ahora se temían que su rendición acabara de forma sangrienta, y empezaron a huir en masa de Palestina. Dicha matanza fue llevada a cabo por grupos terroristas judios (Irgun, Stern Gang) no oficiales, aunque a veces colaboradores de la Hagannah, el germén del ejército israelí. "The Irgun and Stern gang leadership have always denied the excesses attributed to them by the Arabs of Deir Yassin, maintaining that the killing which took place was a result of the Arab opposition to their attack. Their actions were deplored and condemned by the vast majority of Palestine's Jewish community as representing an outrage on Jewish and Zionist ideals."
Por supuesto que los árabes iban a usar tácticas similares durante este tiempo, pero eso no es óbice para que uno entienda mejor a los terroristas árabes en Israel; al fin y al cabo ellos fueron desalojados de allí usando la misma táctica. Que nadie se confunda: que lo comprenda, no quiere decir que me parezca bien, ni mucho menos.
Cuando por fin los ingleses abandonan Palestina, llega el momento tan temido por Ben Gurion y los judios, que es la invasión más o menos concertada de varios países árabes tratando de aniquilar al estado Judio antes de que se consolidara. Desde el sur entre Egipto, desde el norte Siria, y desde la Legión Árabe de Transjordania comandada por un general inglés. También Irak y el Líbano ponen su granito de arena. La asimetría de fuerzas era tremenda, y dice mucho de los Isralíes que fueran capaces de aguantar tan tremendo embate con los medios de que disponían. Pero no es menos cierto que las disensiones entre los países árabes, cada uno con sus intereses particulres, restaron enorme efectividad a sus acciones, sin olvidar las negliencias propias de régimenes semicorruptos. Es cuando describen estas relaciones entre los distintos mandatorios árabes cuando más se parece el libro a Juego de Tronos. Y es que era un verdadero Juego de Tronos, porque cada uno de lo alíados lo que trataba era de quedarse con la mayor parte posible de Palestina.
Aunque yo esté describiendo los acontecimientos a nivel global, conste que el libro se centra en lo ocurrido en Jesusalén y su entorno, como verdadera situación a escala de lo que ocurría en Palestina. Para Ben Gurion la resistencia de Jerusalén era fundamental en muchos sentidos, y queda probado con los enormes esfuerzos que se hicieron pasa sostenerla en su asedio y contra las dificultades añadidas que suponían los barrios "desconectados" como la ciudad vieja ("The philosophy propounded by David Ben- Gurion. What the Jews had, they must hold. No Jew was to leave his home, his farm, his kibbutz, his office without permission."). Y es que los judíos, al contrario que los árabes, no tenían ningún Amman, Damasco o Beirut donde refugiarse: si abandoban sus hogares, ¿dónde irían?.
Esta necesidad de sostener Jerusalén contra viento y marea causaba un valor estratégico fundamental en Bab el Wad y bajo el monasterio de Latran, ruta por la que tenían que transitar los convoys con los pertrechos para los habitantes judíos de Jerusalén. Mucho de lo que nos cuentan Lapierre y Collins tiene lugar en este escenario.
Coherentemente, uno de los grandes protagonistas del libro es David Shaltiel a quien Gurion encargará el gobierno de la parte judia de la ciudad. Me encantó cómo presentan los autores a tan singular personaje: "on Yom Kippur, the holiest day of the Jewish calendar, he deliberately ate his way through his first piece of nonkosher food, selecting for his act of defiance the impurest dish of all, a slice of pork. Then he sat back and waited to see if God would punish him. God's failure to do so developed in Shaltiel a lifelong scorn for institutional religion."
Sería injusto no darle también una frase a uno de sus principales enemigos, Abdul Khader Husseini, cuya muerte causará una inflexión en las suertes de los judios antes de la salida de los ingleses. Del tipo nos dicen que tenía mucho carisma, que describen con cierto humor: "He had the charisma to galvanize a battalion of Dutchmen. Upon his excitable countrymen its effect was electric.".
La historia termina con el alto el fuego en junio de 1948, auspiciado en gran parte por los ingleses, que, forzados por los EEUU, empezaron a denegar su apoyo a los países árabes. En el mes que transcurrió hasta el reinicio de las hostilidades, Israel pudo armarse con todos los fondos de que disponía, casi ilimitados, y pudo traer judios de todo el mundo para su ejército. Para cuando volvieron a combatir, sus fuerzas eran muy superiores, llegándose a un armisticio a principios de 1949, momento en que aún no habían conseguido conquistar todo Jerusalén. Y ya no lo harían hasta 1967: "In June 1967, after twice warning King Hussein to stop the shelling of New Jerusalem, Israel went to war with Jordan. The paratroopers of Uzi Narciss, the man who had ordered his Palmach back from Zion Gate in May 1948, captured the Old City after forty- eight hours of fighting."
La capacidad de resistencia que mostraron los judios en esos primeros meses de la creación de su Estado, sin material y sin casi recursos humanos, y frente a cinco ejércitos regulares, augura su éxito en la guerra actual. Si aguantaron entonces, esto tiene pinta de que les va a costar bastante menos. De momento, ha empezado a coger terreno en Siria y tiene amenazado a Irán. Me temo que terminará con otra humillación de los países árabes enemigos de Israel, merecida en esta ocasión por apoyar los atentados de la gentuza de Hamas. Que así vaya a terminar el conflicto de una vez me resulta mucho más dudoso, porque siempre va a haber interesados en atizar los rescoldos que deja tanta víctima y humillación. Yo no tengo ni idea de cómo solucionar estas historias, pero al menos ahora creo haber entendido las causas del problemas. Y, solo por eso, creo que merece la pena esta lectura. Pero conste que me lo he pasado tan bien como con una buena novela.