sábado, 16 de enero de 2016

A Clockwork Orange, de Anthony Burgess

Aunque a alguno le resulte difícil de creer, solo hace unos meses fui capaz de asomarme a la pelicula de culto de Stanley Kubrick inspirada en la novela que ahora comento. Me había parecido siempre que era una película muy violenta (la imagen de los personajes de blanco me daba mal rollo) y prefería ahorrarme el trago.

Pero, bueno, por fin fui capaz de superar estos miedos atavicos. Y me encontré con una película cuya "violencia" ha sido claramente superada en todos los aspectos imaginables, y que en cambio destaca por su estética, llamativa y original. Como la película parece ocultar algunas reflexiones de profundidad en su historia, decidí también leerme el libro de Burgess a ver si así encontraba el significado oculto. Creo que sí lo encontré, y no es tan profundo como la película invitaba a pensar.

Lo primero que hay que decir es que la película sigue escrupulosamente el libro casi en su totalidad, salvo precisamente en su final, en el que Burgess revela su mensaje, que obviamente no me parece coincidente con el que trata de transmitir Kubrick.

El libro está muy bien escrito, con ese registro aristocrático inglés propio de Jean Austin o de Downton Abbey ("I gather...."). De hecho, es extraño que el gamberro protagonista utilice un estilo tan elevado en vez de uno más acorde a su condición. Pero, bueno, está bien. Usa cantidad de palabras que no están en inglés, algo que también ocurre en la película (por ejemplo, viddi para ver) y que según parece vienen del ruso (algo que igual no saben muchos de los amantes de la película). De hecho, al saber esto, resulta menos extraño que se estén llamando entre ellos Brother, no muy típico entre ingleses de clase media o alta, aunque sí entre rusos.

Como digo, lo más interesante del libro con respecto a la película está en el final que Kubrick no utiliza. Lo "spoileo": la peli termina con Alex en el hospital soñando con unas tías macizas mientras escucha el Himno de la Alegría. Se supone que ha superado el proceso de "educación" y vuelve a ser él mismo.

En el libro ocurre lo mismo (escena onírica aparte), pero la evolución de la vida de Alex va por otros derroteros. Se asocia con otros gamberros, pero esta vida le deja ahora insatisfecho. Entonces se encuentra con uno de los antiguos colegas en el bar, que se ha casado y tiene hijos. Allí descubre que su vocación es ser padre, y que seguramente su hijo sea tan violento como él ha sido, pero que esto no es un problema estructural sino algo pasajero que se supera con la juventud.

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