viernes, 15 de enero de 2016

La petite fille de Monsieur Linh, de Philippe Claudel

Se trata de la historia de un refugiado que huye de la guerra, posiblemente de Vietnam o de Camboya (su hijo muere al pisar una mina, y ya sabéis que éste ha sido el país con más "lesionados" por minas antipersona).

Se trata de un señor mayor, que tiene que hacerse cargo de su nieta, precisamente por la mina antes citada, que también acabo con la vida de su nuera.

Es una historia corta en que inicialmente se muestra el contraste entre la vida anterior del protagonista y la actual (posiblemente en Francia). Al señor Linh, por ejemplo, le llama mucho la atención que los nombres en este nuevo sitio no signifiquen nada.

Pero la historia deja pronto de ser costumbrista para convertirse en un canto a la amistad, cuando encuentra a monsieur Bark (cuyo nombre, por cierto, no significa nada). Por cierto, Bark conocerá a monsieur Linh como Tao loi, que es como se dice buenos días en su lengua. 

La lectura no es especialmente llamativa hasta el último cuarto del libro, en el que se encuentra lo más meritorio: la angustiosa escena en la Linh se escapa del asilo en que le han internado para buscar a su amigo y se pierde en la (aparentemente) inmensa ciudad, siempre acarreando a su nieta. Es especialmente llamativo como describe Cludel la interacción con la gente que encuentra, a la que, no se olvide, no entiende por no hablar su idioma.

El final es emotivo, casi se escapa alguna lágrima, y tiene sorpresa. Si el libro fuera más largo, desde luego sería prescindible. Con esta extensión, sí merece la pena leerlo para llegar a esas escenas finales.

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