martes, 1 de julio de 2008

Se va haciendo la luz austriaca

Leo el siguiente artículo en El Confidencial: http://www.cotizalia.com/cache/2008/06/30/29_ustedes_opinan_verdadera_inflacion_espana.html

Y veo que todavía hay esperanza, que tarde o temprano la gente empieza a recapacitar y se hacen las primeras grietas en la ilusión, en esta Matrix económica en la que nos tienen viviendo.

El asunto que subyace es la medida de la inflación mediante el IPC (por eso, siempre en estas entradas hablo de la "inflación, medida por el IPC") y sus evidentes limitaciones. Porque el IPC no deja de ser un indicador arbitrario que, además, define el Gobierno, una de las partes menos interesadas en que se pueda tener una idea de la verdadera inflación a la que estamos sometidos.

Hace unos años, en plena euforía de la subida de precios de las viviendas, y teniendo en cuenta la cantidad de renta que uno dedica a este tema, me preguntaba yo cómo era posible que el precio de la vivienda no estuviera recogido en el IPC. Respuesta: la vivienda no es un gasto, es una inversión. Toma ya. Pues nada, entonces los precios no suben.

Estoy seguro que, a no tardar mucho, y si prosiguen los descensos de precios de la vivienda, este criterio se podrá fácilmente reconsiderar, y así incluir este activo en la cesta de la compra, reflejando de una forma mucho más acertada los precios que los españoles confrontamos. Claro, ahora interesa que esté en la cesta, y con buen peso, pues hace que el IPC baje.

Y es que todo es mentira: el IPC está compuesto por una serie de bienes, valorados de formas arbitrarias, en condiciones en que nadie los compra, con unos activos dentro y otro fuera...

Y es que ya lo decía Rothbard hace ya un tiempo: No existe un ama de casa promedio que compre la cesta cuyo precio se mide por el IPC. Y, además, las decisiones de compra se toman individualmente, no en conjunto, por lo que el hecho de que una cesta de compra definida por burocratas con proporciones absurdas de los bienes que a ellos les parecen relevantes y valoradas como consideran ellos adecuadas, no tiene nada que ver con la realidad que confronta cada uno de nosotros cuando compra.

En resumen, bienvenido al mundo de los economistas austriacos, bienvenidos al sentido común.
Y a ver si vamos dejando de hacer bobadas midiendo cosas inconmensurables para engañar a la gente.

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